El gran cantautor riojano, radicado en Córdoba, editó su disco en vivo El ojo de la tormenta 2, la segunda parte de una obra conceptual que inició hace quince años. Aquí habla del proyecto, con un sonido más rockero para sus creaciones de tierra, con las que cuestiona los malestares del mundo actual. “Si no hay empatía no hay solidaridad”, dice.


Ramiro González se mira en su rumbo de canciones y expande su voz riojana y universal: poética, política y primal. A sus 48 años, acrecienta su pulso en las doce creaciones que grabó en El ojo de la tormenta 2 – Para qué tanto, su nuevo disco: la segunda parte de la obra conceptual que inició quince años atrás con El ojo de la tormenta 1 – Dele retumbar, y que ya entonces lo reconfirmaba como uno de los compositores de raíz folklórica más importantes del siglo XXI. ¿Cuál es el concepto de El ojo de la tormenta 2?: “Es una apuesta a mirar el mundo de manera colectiva, en un contexto marcado por el individualismo y por la violencia sistemática del Estado hacia las diversidades”

Si la parte 1 fue un disco más telúrico y criollo -conmocionante y con múltiples invitados-, El ojo de la tormenta 2, grabado en vivo en 2022 en La Rioja, trae un orgánico sonido rockero para sus creaciones con pulso de tierra, que se remontan a 2010 pero no pierden su vigencia social, política y humana. Desde su casa en Córdoba, Ramiro González vuelve a su sentido total y respira diciendo: “Lo colectivo nace de mirarse uno y de sentirse uno en la piel del otro. Si no hay empatía no hay solidaridad: no hay un montón de cosas para las cuales uno tiene que tener un primer registro, que es lo que le ha pasado en la vida. Mirar el mundo en forma colectiva es una metáfora de la empatía”.

Portada de El ojo de la tormenta 2.

El ojo de la tormenta 2 se lanzó el 24 de abril, el “Día de acción por la tolerancia y el respeto entre los pueblos”, y enseguida sorprendió a sus pares, y a sus seguidores de siempre, por su brillo inspirador en letras y melodías. El disco, editado y distribuido a través de la plataforma digital Electronic Music La Rioja (EMuLaR), plasma el recital que transcurrió el 19 de noviembre de 2022 en República Contracultural (La Rioja), con Facundo «Charro» Flores (en flautas y coros), Jorge «Pela» Castro (en batería), Daniel Soria (en bajo), y el propio Ramiro González (en guitarras y voz), además de un selecto grupo de productores y realizadores.

En El ojo de la tormenta 2, Ramiro González arranca diciendo en Ancestral, con rockero pulso de chacarera, luego de que la flauta entre en diálogo con el bajo y con la guitarra: «Canto del agua que baja a la sierra. Tibio mensaje de sueño lanar, viene enunciando el fin de la guerra, entre los pueblos que siembran la paz». En La semilla eleva su voz de barítono: «Yo soy la semilla, mi grito latente estalla de savia tan incandescente. En el surco nuevo matando a la muerte, como un tallo noble de rumbo celeste». Tras otra estrofa vendrá un rapeo encendido, en el que Ramiro González dirá: «Hombre trastornado por otro alterado. Gobiernos transgénicos te han abanderado (…) Pero no cambia el hambre de los que trabajan. Y para sembrar una hectárea con soja a diez familias campesinas desalojan de su madre tierra, la de sus abuelos (…) Con este modelo ha crecido el Estado, y la verdad, quien engordó sus arcas es Monsanto».

Así, el disco respira frases que atesoran feroz actualidad, potencia y belleza atemporal: «Pasan las quimeras con sus desengaños, apagando el fuego que jamás ardió (…) Pasa la verdad anunciando que estabas antes de que pasara la devastación», dice en Flores para un desamor. En Lo que tú creas González entona, sobre una melodía con aires arábigos: «Soy todo lo que tú creas, la primavera ciega del amor. Un barrilete que navega, sin desarmarse bajo el chaparrón». En la vigorosa Sana sana y libertad dice: «La lucha, el miedo, los rencores y nostalgias se vuelven todos en la sana libertad». Cada tema vibra en su espesor, hasta que en El ojo de la tormenta también rapeará diciendo: «Sigue mirando al costado como si nada pasara. Yo piso firme en el fango sin embarrarme las patas (…) Nacen cantores de los mejores, los que denuncian a los traidores. Hablo de concejales, también gobernadores. Ellos no roban tiendas. Ellos no asaltan bancos. Ellos son los peores ladrones de guante blanco».

–¿Cómo hiciste para que los temas tuvieran tanta vigencia, habiendo sido escritos en 2010?

–Cuando empecé a escribir El ojo de la tormenta pensé que era una guasada, para un artista independiente, grabar un disco doble en esa época, por los costos. Pero bueno, me lo imaginé así. En la primera parte pensé en el Ramiro que vino de La Rioja, con la chaya de los patios y toda mi mirada sobre lo pueblerino de mi provincia. Y en la segunda parte pensé en el Ramiro que se encuentra con las grandes ciudades, que empieza a viajar y canta en distintos lugares del país; que viene a vivir a Córdoba y se encuentra con cosas que no había en La Rioja, como los niños en la calle, pidiendo y mendigando. Entonces busqué hacer una devolución desde lo urbano, con un sonido eléctrico, rockero: quise salirme del regionalismo y hablar en un lenguaje más universal, con temáticas que tocan a todas las personas.

Y profundiza: “Si hablamos de política, cualquier frase que yo escriba desde El ojo de la tormenta tiene que sonar igual acá que en China, en Rusia, o en Estados Unidos. Cualquiera que lo escuche tiene que encontrar algo universal. Esa fue una de las premisas. Hice un montón de canciones y las fui bajando hasta que quedaron treinta y dos, y de ellas seleccioné dieciséis para El ojo de la tormenta 1 y luego doce para El ojo de la tormenta 2. La vigencia tuvo que ver con la universalidad de las temáticas. Son cosas que le pasan a todo el mundo en cualquier época de la humanidad: la soledad, la muerte, la desigualdad y la pobreza”.

–Vos decís que El ojo de la tormenta 2 mira al mundo en forma colectiva en este tiempo atravesado por el individualismo y por la violencia del Estado contra las diversidades.  

–Sí, pero es algo que no viene de ahora. Viene de hace ya varios años con una escalada de la ultraderecha y de un montón de fascistas en diferentes lugares del mundo. Creo que son cosas que ni el más avezado futurista habría imaginado. Además, estamos perdiendo el respeto como seres humanos. De hecho, tenemos un presidente maleducado, que es impresentable y que a mí me da vergüenza. Podemos no estar de acuerdo con sus políticas, pero la forma en que alude a la gente es de una bajeza nunca vista en una persona pública. Esto también pasó con Donald Trump y con Jair Bolsonaro. Ante eso, recurrir a la belleza poética me parece mucho más interesante que ponerse a putear. En El ojo de la tormenta 2 busqué decir las cosas con altura, aunque sean literales, pero con una visión más poética. Espero haberlo conseguido.

«Estoy cada vez más convencido de que la vida pasa por otros lados, no por la pantalla». Foto: Berti Bracamonte

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Correr los límites de la canción

Como corolario de la inventiva poética y sonora de El ojo de la tormenta 2, el disco termina con el tema al que alude el subtítulo: Para qué tanto. ¿Qué dice esta canción, que hace acordar al fraseo de los grandes trovadores sin fronteras? «No vendrán a mi entierro Los Beatles, Gardel o Le Pera (…) Ni las luces de la Torre Eiffel ni una alfombra que vuela. Lo que sí llevaré al más allá es mi garfio de luna y la imagen poco angelical de mi niño en su cuna. Para qué más, para qué tanto. Con lo que tengo sobra para mi canto. Si ha de llegar el tiempo de perder todo, hoy quiero estar contigo codo con codo. Donde había una luz de neón ya no queda nada. Toda torpe ilusión de poder ya fue derribada».

–¿Por qué elegiste el tema Para qué tanto para subtitular El ojo de la tormenta 2?

–Las canciones del disco hablan de abstraernos de esta burbuja en la que nos metemos todos: nos llevan puestos la guerra comercial entre China y Estados Unidos; el FMI dándole un préstamo al país para tener influencia en las elecciones; los jubilados apaleados todos los miércoles y muchas más cosas terribles. Yo creo que para sobrevivir a todo esto que nos duele hay que hacer una abstracción, sentirse como un niño y mirar lo cíclico de la vida. Para qué tanto es una crítica a la sociedad consumista que nos lleva a querer tener un montón de cosas. Pero yo, viviendo en el campo en Córdoba, estoy cada vez más convencido de que la vida pasa por otros lados, no por la pantalla. Transcurre al lado de uno en las flores, en el aire que respiramos, en todo lo que nos pasa por el costado. El consumismo apunta a sacarte de eje y a distraerte. Estamos todo el tiempo distraídos con cosas que nos sacan de la importancia de los vínculos con nuestros seres queridos. Y la sociedad de consumo es algo grave: vivimos en ciudades que son nichos de cemento, como grandes cementerios. Pobre toda la gente que vive así: que se mata laburando todo el año para salir un rato a respirar el aire del campo en un país tan extenso. Yo no consiento que estemos viviendo así.

–¿Y todo esto como te afecta en lo personal?

–A veces no me siento ciudadano de este tiempo. Me siento extemporáneo, porque me incomodan muchas cosas que veo de la vida en las grandes ciudades, y del sistema que te ofrece publicidades todo el tiempo para consumir cada vez más. Por momentos me siento muy avasallado y creo que no soy el único. A este sentimiento, algunos lo tienen más adormecido que otros. Entonces, en la canción me pregunto «¿para qué tanto?». ¿Qué nos define como seres humanos? ¿Nos hace mejores personas tener oro, tres autos, un aire acondicionado más grande o más pantallas en la casa? ¿Te hace ser mejor persona eso, o darle una mano al necesitado? Como decía, yo me siento avasallado todo el tiempo y mi alternativa es: «¿Cuál es el lado luz? ¿Cuál es el lado bello para salir?». Yo lo que hago, sin ser panfletario, es cantarles a todas las cosas que me preocupan. Siento que es mi responsabilidad al poder tener un micrófono.

El ojo de la tormenta 2: «Para mí es un disco de folklore atravesado por lo urbano». Foto: CHS Estudio

–¿Cómo concebiste el sonido de El ojo de la tormenta 2?

–Para mí es un disco de folklore atravesado por lo urbano. A mí siempre me gustó el sonido del rock: la distorsión, la batería, la energía. Pero si les sacamos el maquillaje, son casi todas canciones folklóricas. Hay un rasguido doble que está camuflado y no se nota. La semilla, por ejemplo, que parece un hip-hop, si le sacamos todo el filtro y la forma de tocar la guitarra, es una milonga. Con cada uno de los temas hubo un poquito de creatividad y los músicos, que vienen más del palo del rock, hicieron un aporte muy hermoso y enriquecedor. Son canciones folklóricas, pero tienen algo de urbano en la forma de mirar: creo que la poética es más cercana a Sabina, a Drexler, pero también a Violeta Parra. Aunque no pierdo de vista el pulso rockero: para mí en el tema Lo que tú creas, cuando digo «soy todo lo que tú creas, la primavera ciega del amor» hay una poética medio ricotera o tanguera. Me gusta mixturar esas cosas. Siempre trato de ir corriendo mis límites de cancionista: de no estancarme en un lugar poético fijo. Siempre voy a tener la raíz folklórica, pero a la vez me siento identificado con Fernando Cabrera y con un montón de gente que aborda su música desde ahí.

Y, ya desde aquí, Ramiro González recuerda los avatares del proceso de producción de El ojo de la tormenta 2: “Hubo muchas horas de estrés, porque era un disco que venía medio negado, difícil de sacar. En el medio empezamos a hacer la producción con el guitarrista cordobés Titi Rivarola, pero él se enfermó y falleció, lo cual fue un golpe durísimo. A mí me costó encontrar a alguien que tuviera esa mirada, esa forma de arreglar. De hecho, no la encontré. Y cuando me contrataron desde Cultura de La Rioja para una fecha especial en la Feria de la Música, me dije: ‘Hay que grabar en vivo’. Acomodamos todo para hacerlo, con una consola digital, y después hicimos el trabajo de mezcla y masterización en el estudio. Fue realmente una locura pasarnos los arreglos y armar todo lo que suena acá, pero lo logramos”.

El sábado 26 de abril, Ramiro González posteó en su cuenta de Instagram los gráficos de escucha de sus canciones en Spotify, que indican que su mayor caudal de oyentes está en Buenos Aires, Córdoba, Rosario, La Plata, Santiago de Chile y Montevideo. Y escribió: “Tengo más oyentes mensuales en dos ciudades de países vecinos y en siete provincias antes que en mi pago natal: cosa e’ mandinga y de los algoritmos. La que va es compartir de boca en boca, no hay otra”. En relación con ello, ¿cómo le gustaría que fuera la recepción de El ojo de la tormenta 2? ¿A dónde le gustaría que sonara?

–En cualquier lugar del mundo que se oyera me haría feliz. A ese posteo lo hice como un juego: como quien les moja la oreja a los riojanos. Yo soy de ahí, me cantan todas las canciones en la provincia, voy al Festival de la Chaya y, de diez artistas, nueve cantan canciones mías. Voy a una peña y me pasa lo mismo. Prendo la radio y las oigo cantadas por un montón de gente de La Rioja. Me gustaría ver eso reflejado en la gente que me escucha y en la que va a ver mis recitales. Pero es medio ingrata esa parte. Igualmente, lo miro con humor, no con resentimiento ni enojo, ni nada por el estilo.

Y prosigue: “Yo en aquel posteo también dije ‘qué bueno que me escuchen en Japón, en Suecia, en un montón de lugares del mundo que ni imagino y no conozco’. Donde me escuchen, me sentiré feliz. Cuando salí a cantar a Chile, o a Uruguay, fue hermoso. Y cuando la gente que habla otro idioma se conmueve por la música, las canciones y la expresividad, más todavía. El crítico y escritor John Berger dice que las canciones son portales que atraviesan el tiempo: la canción viene de antes, habita un tiempo ahora y después sigue estando. Los artistas pasamos; las canciones siguen sobreviviendo y eso es maravilloso.

Entonces se mira a sí mismo y revela: “Desde un lugar de timidez me siento mucho más identificado con el hecho de escribir que con el hecho de tocar hacia afuera. Y de cantar más, todavía, porque cantar es un ejercicio muy, muy para afuera”. Ahora, “recién treinta años después de haber empezado, me siento cómodo cantando -confía González-: me siento realmente cantor. La timidez me ha costado mucho para empezar a cantar, y ahora me siento feliz haciéndolo. Agarro la guitarra en casa y me pongo a cantar. Ahora lo hago con mayor fluidez, integralidad, y me siento bien. Así que voy a ser feliz en cualquier lugar al que me lleve la canción. Ya tengo mucho, pero muchísimo más de lo que yo me imaginaba”.

 

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