El baterista de jazz presenta Apocalipsis, su nuevo disco con el Pipi Piazzolla Trío. Además, anticipa lo nuevo del sexteto Escalandrum, que también sacará el álbum Piazzolla ’74 -grabado en el Teatro Colón-, y revela sus obsesiones musicales.
El baterista Daniel «Pipi» Piazzolla puso los fideos al fuego, se sentó al piano y comenzó a componer el tema Apocalipsis. El hervor inminente acompasó esa desafiante obra de jazz que dio el título al quinto disco del Pipi Piazzolla Trío -con Damián Fogiel en saxo y Lucio Balduini en guitarra-. ¿Por qué le puso Apocalipsis? “Soy fanático de las películas de zombies, de tsunamis, de ciencia ficción -dice Piazzolla-. Hace poco se hablaba de que venía un meteorito, o de cosas por el estilo, y siento que estamos en una época así. Apocalipsis es un título bastante actual y se entiende en todos los idiomas”.
–¿Hay una connotación política en Apocalipsis?
–Es la connotación que quiera el oyente. Puede ser política, social, o la de una persona que sufre bullying, que está angustiada y no sabe cómo salir de ahí. El tema Apocalipsis (bonus), que cierra el disco, arranca con un silbido. Es de una persona muy solitaria y a su vez la melodía es post-apocalíptica: expresa que está empezando a aparecer la luz y que hay esperanza de que el mundo va a poder existir. Las cosas que están pasando en el planeta son horribles y yo creo que el tema plantea el final de esa situación.
Y ahora es el comienzo de otro ciclo para el Pipi Piazzolla Trío: el disco Apocalipsis, que saldrá el 19 de septiembre, trae seis temas del experimentado baterista de jazz -nieto de Astor Piazzolla-, uno de Fogiel, otro de Balduini y una versión de Peace, del genio del “free” Ornette Coleman. En Apocalipsis, la batería piazzolliana, la guitarra de Balduini y el saxo de Fogiel abren contrapuntos melódicos y rítmicos para un disco de climas sorprendentes entre lo reposado, lo furioso y lo experimental: jazz argentino para todos. ¿Cómo lo ve Pipi Piazzolla? ¿A qué terrenos siente que llegó con sus dos compañeros?
–Apocalipsis es un disco en el cual, al menos en mis composiciones, estoy muy enfocado en que la melodía sea lo más fuerte y en, tal vez, dejar la improvisación para otros temas. En ese sentido creo que tiene un buen balance. La sesión de grabación en Estudios ION fue muy buena y, la verdad, me encanta. Es de los discos favoritos que hice.

Pipi Piazzolla Trío. Foto: Juan Bialade
El disco Apocalipsis trae múltiples connotaciones y además se inscribe en el profuso presente musical de Pipi Piazzolla (de 53 años). Él además despliega su arte con los tambores y los platillos en el sexteto Escalandrum -palabras máximas del jazz argentino-, y en diversos proyectos en paralelo, para poder seguir poniendo los fideos al fuego, alimentar a su familia y sobrevivir: “Antes tocaba en siete grupos y ahora tengo que tocar en quince -dice Piazolla-. Cuando no toca un grupo, toca el otro, y así estoy tocando cinco o seis veces a la semana. Yo siento que soy un privilegiado, pero muchos colegas están mal, así que en ese sentido es una desgracia. Pero bueno, estoy muy agradecido. Yo siempre tiro para adelante”.
Vale repasar algunos números alrededor de Pipi Piazzolla: Escalandrum lleva veintiséis años y catorce discos -con diez Premios Gardel y un Gardel de Oro-; quince años alcanza el Pipi Piazzolla Trío -con tres Gardel- y sería inabarcable nombrar todos los profesionales del jazz con los que se formó y tocó el creador de Apocalipsis (Club del Disco). ¿Qué ve Pipi Piazzolla también en el presente? “Ahora volvió Latinaje, la banda de jazz latino en la que yo tocaba en el ’98. La durabilidad es la buena onda. La predisposición: no perjudicar al otro con impuntualidades o con no estudiar tu repertorio. Yo creo que eso también te da trabajo, si necesitás. Pienso que por eso me llaman un montón para tocar: tengo la camiseta puesta de todos los grupos en los que toco”.
–¿Qué fue lo más difícil de hacer el disco Apocalipsis?
–Nada, no sé. Por lo general no tengo dificultad para hacer música. Mi gran problema es que a todo lo que hago lo quiero grabar. No me importa si es bueno o malo: siento que es una etapa de mi vida y no quiero dejarlo en un cajón. Sería complicado si yo quisiera grabar un disco y estuviese dos años para elegir los temas porque me agarró la duda. En ese sentido, yo no dudo: grabo y chau.
Además del tema Apocalipsis y del bonus del final, ¿qué otros temas suyos suenan en el disco nuevo? Él detalla: “Está el Vals para Richard Galliano, un acordeonista francés con el cual estuve de gira casi un mes. Él es un monstruo, me inspiró y me encantó: hice un solo improvisado en 3 x 4, con escobillas, imitando un poco el jazz musette francés. Luego está el tema Nostalgia, que es la música de la obra de teatro La gran renuncia, dirigida por Lisandro Fiks, y que tiene una onda medio canzonetta italiana. Además, aporté Para Joe, dedicado a Joe Morello, un baterista que es una fuente de inspiración para mí. Y el tema Parliament Lucio, que le hice a Lucio Balduini, nació como algo funk y él hizo una intro matadora. Siento que en este disco empiezo a mostrar una fase compositiva más lírica, aunque en Peace, de Ornette Coleman, despliego mi parte más free jazz”.
¿Por qué eligió versionar ese tema? “Porque está en un disco del saxofonista Branford Marsalis, Trio Jeepy, de 1989, con contrabajo, piano y batería, y él vino a presentarlo a la Argentina. A mí me pegó mucho ese disco porque fue uno de los primeros que tuve. Y al tema Peace le encontré una base que es y no es tan free jazz. Está tocado sin tempo; Damián y Lucio cabecean y lo van haciendo así, como si fuera un manto sonoro. Toda la vida quise tocar esa obra y ahora me di el gusto”.
Y finalmente están los dos temas que aportaron los demás: “Hay un temazo de Damián Fogiel que se llama Tuco y que está dedicado a Mariano Sívori, a Gustavo Musso y a mí por nuestra ascendencia italiana, y hay otro de Lucio Balduini que se llama Salvaje: me gusta mucho porque tiene mil matices. Siento que Apocalipsis es un disco redondo, compacto, que fue grabado en un solo día, y me dejó muy contento con su sonido final”. También Pipi Piazzolla quedó feliz “con la grabación, mezcla y masterización de Facu Rodríguez, que es un capo mundial”.
–¿Qué más brindaron al disco Apocalipsis Damián Fogiel y Lucio Balduini?
–Mis dos compañeros son unos animales. Tocamos mucho en vivo, más de cuatro veces por mes, con lo cual el repertorio de Apocalipsis estaba muy aceitado. Hacemos ciclos en varios lugares y eso hace que la música te empiece a salir ya automática: en vez de pensar la estructura de un tema ves qué le vas a aportar, en tiempo real, improvisando. Y yo grabo desde que tengo 18 años y tengo 53: grabé mil discos, una cosa de locos, así que no hubo ninguna complicación. Fue todo muy fluido.

«Mi sueño es hacer lo que estoy haciendo ahora, que es tocar músicas en las cuales pueda ser yo mismo todos los días». Fotos: Julio Sevald
–¿Tu mayor preocupación pasa por tocar cada vez mejor la batería?
–Exacto. Yo practico todos los días un montón. Estoy todo el día pensando en el instrumento. Muchas veces tengo que tener una fuerza de voluntad muy grande para sentarme y desarrollar cosas nuevas, con la batería, que me van a dar mucha soltura para tocar en los diferentes grupos en los que estoy. A veces eso cuesta porque no estás inspirado o sentís que no te gusta lo que tocás. Pero con los años fui aprendiendo que no hay que hacerse mucha mala sangre: que cuando a vos no te gusta lo que tocás es porque ya eso tal vez cumplió su ciclo y se viene algo nuevo.
Aunque “si vos no practicás y te aburrís de los que estás haciendo, ahí ya estás en problemas. Entonces, yo confío ahora en que, con la cantidad de horas que practico, cuando ya me empiezo a sentir mal conmigo mismo con la batería es porque algo nuevo está por pasar. Y por lo general sucede. Pero hay que ser paciente: yo le meto mucho sacrificio al instrumento”, dice Pipi Piazzolla. Y piensa, también, en el público ganado para el jazz. ¿Hay un oyente que exige nuevas composiciones?
–Bueno, en el jazz por suerte nadie nos exige nada. Por eso es el mejor género del mundo. Nosotros subimos y tocamos temas nuevos que nadie conoce. Nadie viene a escuchar un hit ni nada. Igualmente hay algunos temas que seguimos haciendo porque a mí me parece importante que el que ya conoce nuestros discos pueda escuchar algo familiar. Pero, la verdad, toco en un montón de grupos con los que no hacemos eso. El oyente de jazz es muy receptivo y es un público de todas las edades: hay gente grande, pibes muy jóvenes, y siempre que tocamos viene bastante gente. Hacemos muchos ciclos los miércoles, que es un día muy difícil, y, salvo algún día que nos haya ido mal, después casi siempre está lleno. También vamos a tocar bastante al Conurbano Bonaerense y hay una onda increíble, sobre todo en el oeste: es infernal, se vuelven locos.
–¿Hay algún sueño al que aún no hayas llegado con la música?
–No, la verdad que no, porque mi sueño es hacer lo que estoy haciendo ahora, que es tocar músicas en las cuales pueda ser yo mismo todos los días. Improvisar y que me dejen tener mi sonido, mi approach. La verdad que lo estoy logrando. Y después está Escalandrum, que es un grupo en el que somos todos amigos: ya pasaron veintiséis años y seguimos ensayando. A principios de septiembre grabamos nuestro nuevo disco en Mallorca, España, antes de cerrar el Festival de Jazz de Ibiza. Así que el grupo sigue adelante. Tal vez en algún momento mi sueño era tocar en River Plate, pero tuve la suerte de hacerlo antes de un partido de la Copa Libertadores. A ese sueño ya lo cumplí. Después, nada más: mi sueño es poder seguir haciendo esto y estar bien con mi familia.

Escalandrum en el Teatro Colón. Foto: Juan José Bruzza
–¿Cómo fue la grabación del nuevo disco de Escalandrum?
–Fue en un lugar que se llama Red Carpet Productions y que está en el medio de la isla de Mallorca. Es un espacio en el cual vivimos ahí tres días: algo buenísimo. Nunca me pasó de dormir, levantarme y que estuviera la batería a dos metros para grabar. Eso fue impresionante. Con Escalandrum grabamos toda música nueva: diez temas. Y el registro fue a la vez disco, filmación y documental. Bien completo. Ahí en Mallorca cerramos todo ese proceso con un concierto en vivo en el Conservatorio de Música y Danza. Y al día siguiente, el 6 de septiembre, nos tomamos un ferry y nos fuimos a cerrar el Festival de Jazz de Ibiza.
¿Qué repertorio tocaron allí? Pipi Piazzolla sonríe: “Hicimos nuestros temas nuevos y algún temita del disco Piazzolla ’74, de Escalandrum, que fue grabado en vivo en el Teatro Colón el 21 de octubre de 2024 y que va a salir, calculo, a fin de este año. Sino, en marzo de 2026”. Piazzolla ’74: el sexteto que integran Pipi Piazzolla en batería, Nicolás Guerschberg en piano y arreglos, Mariano Sívori en contrabajo, Gustavo Musso en saxo alto, Damián Fogiel en saxo tenor y Martín Pantyrer en clarinete bajo y saxo barítono tuvo un plan bien definido en aquel concierto: celebrar los cincuenta años de la edición de Libertango y de Reunión cumbre, dos álbumes clave de aquel período de Astor Piazzolla.Ya años atrás, Escalandrum había comenzado su proceso de homenajes al abuelo de Pipi: en 2011 grabaron el premiado Piazzolla Plays Piazzolla, el sexto disco de Escalandrum. Y luego entrelazaron con soltura la obra de Astor Piazzolla a su repertorio jazzero: grabaron Las cuatro estaciones porteñas. Proyecto eléctrico (2014), 3001 Proyecto Piazzolla, con Elena Roger (2016), y el luminoso 100 (2021). Así que el álbum Piazzolla ’74 fue el fruto de un extenso diálogo entre el revolucionario bandoneonista y el sexteto de jazz más importante, hoy, de la Argentina. ¿Cómo recuerda Pipi Piazzolla aquella noche de octubre en el Teatro Colón? ¿Qué imágenes vuelven de la grabación en vivo de Piazzolla ’74?
–En primer lugar, fue una fecha en el Colón con venta de entradas de un grupo de jazz: explotó y se llenó. En segundo lugar, a los discos Reunión cumbre, de Piazzolla y Gerry Mulligan, y Libertango, yo los escuchaba mucho porque mi papá, Daniel Piazzolla, tocaba los sintetizadores en el Octeto Electrónico de mi abuelo. En el Teatro Colón, con Escalandrum tuvimos que hacer prácticamente nueve o diez estrenos: fuimos a grabar el concierto Piazzolla ’74 con nuestro técnico, Facu Rodríguez, y salió todo impecable. Eso es lo que recuerdo: el profesionalismo de mis compañeros y lo afianzado que estuvo el grupo para tocar en un Colón súper lleno y que no se nos moviera el pulso. Hicimos nuestro trabajo con actitud, grabamos y quedó hermoso: fue una noche mágica.