A guitarras y voces, Loli Molina y Pedro Rossi se reunieron para proponer Un cosmos que camina conmigo, singular aproximación cancionera al folclore y experiencia estética que consigue, a partir de un cruce sensible, regalar una nueva síntesis entre dos géneros en tensa convivencia.


Cada quien en su propio camino, Loli Molina y Pedro Rossi comparten un pulso generacional y una búsqueda personal por encontrar un sonido, por sostener unas determinadas maneras de hacer música. Ella lo asumió a partir de un arsenal de obras propias que plasmó desde la particularidad de una voz única en cuatro álbumes propios publicados entre 2008 y 2020; y en el caso de él con el foco puesto en la guitarra folclórica desde la que se erige como puntal del sonido de Liliana Herrero hace más de 15 años, en múltiples y reconocidas colaboraciones y también desde una tetralogía discográfica desarrollada entre 2010 y 2016 que incluyó composiciones con su firma.

“Tenemos muchos amigos en común, como toda una tribu de músicos de la escena de la ciudad desde hace mucho tiempo, pero nunca habíamos compartido, hasta que nos encontramos justo antes de la pandemia acá en el sur y conectamos re-lindo”, evoca Loli desde las cercanías de Lago Puelo donde está radicada tras algún tiempo afincada en México.

Portada de Un cosmos que camina conmigo

Pero tuvo que pasar el largo impasse por el coronavirus para que la idea de Molina retomara cuerpo. “Por entonces pensaba que me encantaría en algún momento hacer algo con el folclore y aproveché una fecha en La Trastienda para hacer un bloque folclórico para el que invité a Pedro y también con el Chango Spasiuk. Y a partir de ahí nos dimos cuenta que estaba buenísimo tocar juntos, que lo pasábamos bien, que teníamos muchas más cosas que compartir”, relata.

En el departamento del barrio porteño de Caballito, Pedro aporta “arrancamos girando en 2023 por Buenos Aires, Córdoba, San Juan, Mendoza, Santiago del Estero, La Rioja. Anduvimos de acá para allá dando conciertos y finalmente el disco fue medio una consecuencia de estar tocando juntos. Se nos hizo como como necesario”.

Antes del disco de reciente publicación, el cruce entre Rossi & Molina dejó como muestra tres grabaciones que pueden apreciarse en YouTube y que, en dos casos, anticiparon gran parte de la nómina del álbum pero que, además, incluyó la rareza de asumir Sé vos, de Almafuerte, en una versión acústica del clásico de Almafuerte compuesto por Ricardo Iorio y Claudio «Tano» Marciello.

A distancia pero cerca como en esta conversación virtual con De Coplas, la dupla de artistas fue tejiendo Un cosmos que camina conmigo en una suerte de compendio logrado y posible entre la veta cancionera de ella y el apego folclórico de él y dio forma a un repertorio que logra deslizarse entre la memoria y la novedad.

Luna tucumana (Atahualpa Yupanqui), Entre a mi pago sin golpear (Pablo Trullenque-Carlos Carabajal), Vidala para mi sombra (Julio Santos Espinosa), Luna cautiva (José Ignacio «Chango» Rodríguez), Soy pan, soy paz, soy más (Piero), Estrella azul (Carlos Carbajal) y el instrumental Alta Paz (Quique Sinesi), son el núcleo del cancionero.

Para completar el concepto de la propuesta, Loli integra dos piezas con su firma: Brillo y relieve y Los andes (esta última creada junto a Pedro Canale) y sobre ello comenta que “es importante para mí que mis composiciones también hagan parte de esto que hacemos, porque es lo que yo soy. Entonces estoy muy agradecida también de que Pedro esté disponible para hacer esa investigación conmigo y para rescatar de mi música esos elementos folclóricos”.

Y aunque la trama de guitarras y voces protagoniza la propuesta con producción de Tweety González y Alejandro Saro, hay además participaciones de Mariano «Tiki» Cantero en percusiones, Ariel Sánchez en bombo legüero, Miguel Vilca en charango y Hernán Jacinto a cargo del Moog.

Ese universo contenido y expandido a la vez, tendrá cuatro funciones por escenarios del país durante noviembre: el sábado 8 en la sala porteña Dumont 4040; el viernes 14 en Rafaela, en el marco del ciclo Otras Voces; el 15 en Reconquista; y a la noche siguiente en Resistencia, Chaco.

 

Huellas yupanquianas

Atahualpa Yupanqui no solamente fue un compositor notable, un guitarrista excelso y un cantor certero, sino que, además, hiló una obra literaria y poética que dialoga y ahonda su andar musical. En el poema Tiempo del hombre incluido en su libro El canto del viento (1965) escribió:

La partícula cósmica que navega en mi sangre
Es un mundo infinito de fuerzas siderales.
Vino a mí tras un largo camino de milenios
Cuando, tal vez, fui arena para los pies del aire.
Luego fui la madera. raíz desesperada.
Hundida en el silencio de un desierto sin agua.
Después fui caracol quién sabe dónde.
Y los mares me dieron su primera palabra.
Después la forma humana desplegó sobre el mundo
la universal bandera del músculo y la lágrima.
Y creció la blasfemia sobre la vieja tierra.
Y el azafrán, y el tilo, la copla y la plegaria.
Entonces vine a América para nacer en hombre.
Y en mí junté la pampa, la selva y la montaña.
Si un abuelo llanero galopó hasta mi cuna,
otro me dijo historias en su flauta de caña.
Yo no estudio las cosas ni pretendo entenderlas.
Las reconozco, es cierto, pues antes viví en ellas.
Converso con las hojas en medio de los montes
y me dan sus mensajes las raíces secretas.
Y así voy por el mundo, sin edad ni destino.
Al amparo de un cosmos que camina conmigo.
Amo la luz, y el río, y el silencio, y la estrella.
Y florezco en guitarras porque fui la madera.

“Pedro me menciona El canto del viento de Atahualpa y me dice es un texto muy largo, pero hay cosas muy interesantes. Y entonces yo entro a ver el texto y en el poema Tiempo del hombre encuentro ese fragmento que nos encantó para darle nombre a este proyecto porque somos un poco cósmicos también. Somos personas que andamos también en una búsqueda de expansión de los pensamientos, de las fronteras, del sonido. Entonces nos encantó y nos pareció muy lindo eso de homenajear la raíz, pero mirando para arriba, como mirando el cielo”, revela Molina.

En la misma pantalla Rossi apunta: “Ese recorte que hizo Loli me pareció espectacular porque está la idea de cosmos, de una expansión del pensamiento, de una expansión del sonido, de una expansión de la búsqueda. Pero a la vez también la música folclórica es un cosmos que, como dice Liliana Herrero, es un cofre de piedras preciosas que nos está esperando. Entonces si buscamos en el repertorio de Yupanqui y buscamos en el «Chango» Rodríguez y escuchamos a Jorge Cafrune para buscar repertorio o agarramos autores más recientes como Peteco Carabajal, creemos que estamos yendo para atrás pero, en definitiva, terminamos yendo para adelante y descubriendo un repertorio que sigue teniendo cosas que decirnos, sigue teniendo un futuro en donde nos aguarda”.

Loli Molina y Pedro Rossi en vivo. Fotos: Pablo Goldberg

Voces de un tiempo que sigue este

-¿Qué cosas les sorprendieron de la química de trabajar juntos?

Loli Molina: Yo estaba recién llegada y siento que para mí fue muy significativo volver a vivir en el país y encarar un proyecto sobre música argentina. Como subrayar también esa cuestión de volver a mi raíz, de venirme a vivir a un territorio que está totalmente dictado por la naturaleza y en el folclore todas las letras mencionan a la naturaleza, entonces a mí se me unificó y se me condensó. Y por otro lado Pedro es para mí de los músicos más grosos que hay, tocar con él es increíble y creo que tenemos una buena sinergia porque yo soy bien cancionera y es desde ese lugar donde toco estas canciones folclóricas. Siento que hubo una buena mezcla entre la tradición, la investigación y el formato canción sin exagerar nada.

Pedro Rossi: Bueno, la admiración es mutua. Yo a Loli la vengo siguiendo hace un montón y me acuerdo que cuando nos encontramos esa vez en el sur yo había escuchado su disco Lo azul sobre mí (2020), que me había impactado un montón por ser un disco de guitarra y voz, con muchas cosas alrededor, pero donde la guitarra tenía una impronta muy fuerte y a la vez muy fina. Loli tiene una finura para tocar, para arreglar, para entender la armonía y el color del instrumento, que es como muy personal de ella, muy particular. Y a mí me encanta. Entonces, cuando vino esa propuesta fui de cabeza a la invitación porque me parecía que iba a estar buenísimo. Lo que me sorprendió después es cómo este encuentro en el lenguaje guitarrístico es muy orgánico porque a mí me gustan mucho las texturas en donde la guitarra resuena de tocar poco, de buscar que el instrumento brille más allá de lo que uno pueda tocar. Y con Loli nos entendimos sin palabras, solamente tocando y apareció eso de rescatar la canción por sobre lo que entiendo yo del folclore y la tradición y la historia. Y a todo eso poder mirarlo desde el prisma de las canciones.

– ¿Y cuál sentís, Pedro, que es tu rol en la relectura cancionística de esa tradición?

– Siento que mi papel es poner en conversación esa cancionística de Loli con mi tradición folclórica, que tampoco es tan así porque nací en Buenos Aires en una casa en la que se escuchaba jazz y bossa nova de Vinicius de Moraes a Louis Armstrong. Y llegué al folclore después de muchos años de andar con la música. Y es una música que amo, que estudio, que profundizo, que investigo. Me encanta el folclore y siento que mi aporte en el dúo es el del lenguaje folclórico para, justamente, generar una tensión a partir de ese lenguaje.

– En tu caso, Loli, ¿Qué desafíos te implicó cantar este repertorio más tradicional?

LM: Mi emisión, digamos, tiene como poca ganancia en el sentido de que es una forma de cantar que es más suave, que tiene una forma que está lejos de la cosa más declamatoria del folclore en general y eso me da un poco de terror por meterme con semejante repertorio que me emociona profundamente y hago con todo mi corazón. No pretendo nada más que decir las canciones como son y poder estar a la altura porque no considero que los intérpretes tienen que ser más importantes que las composiciones que es algo que a veces pasa en algunos géneros. Entonces mi actitud es “yo voy a estar firme, pero no voy a estar por delante de la canción” porque lo más importante es que suene la canción, así que ese es mi lugar y mi forma de cantar. Pero, por otro lado, yo siento que si bien soy la cantante, con Pedro usamos mucho el concepto de ir como dos delfincitos juntos, que vayan las dos voces juntitas y para lograr cantar conmigo Pedro tuvo que buscar una forma nueva de cantar y se dio una linda investigación que fuimos puliendo.

Loli Molina: «El repertorio está hecho por el amor puro y esa es una linda guía para nosotros». Fotos: Pablo Goldberg

PR: Para mí fue un lindo desafío porque yo no cantaba hasta que Liliana me sacó cantor y desde ahí empecé a sacar la voz de la mano de ella y de su manera de cantar, que es muy disruptiva, que es una manera de cantar muy particular, que está muy vinculada, como ella dice, al canto no domesticado, al canto de la baguala, al grito de la vidala y entonces yo también tenía como aprendida esa manera de cantar. Entonces encontrarme con Loli estuvo buenísimo porque fue encontrarme con una pared porque ella canta firme en un lugar y no hay inflexiones, ni quiebres, ni brusquedades. Es un canto afirmado en un lugar, en una dinámica más chica y desde ahí empecé a buscar esa sutileza del decir, esa sutileza de la emisión, para empezar a cantar juntos. Para mí sí fue nuevo el cantar juntos de golpe toda una canción y empezar a poner una oreja más fina a la inflexión de la voz de Loli a partir de esa puerta nueva que ella me abrió. Y es un re-lindo reto porque la voz para mí es como un instrumento nuevo.

– ¿Cómo se dio la participación en la producción de Tweety González que es un músico más ligado al pop y al rock?

LM: Yo lo conozco a Tweety desde que empecé en la industria de la música a los 20 años y siempre estuvo presente y produjo mi segundo disco Sí o no (2011) y es una oreja amiga en esta búsqueda de no quedarnos solamente en el mundo acústico y tradicional. Y fue de su mano que trabajamos rupturas, vino Hernán Jacinto con un teclado Moog y hubo guitarras eléctricas. Pero después nos volvimos un poco con eso hacia Alejandro Saro para lograr un intermedio entre algo tan moderno y algo tan tradicional. Así que fue un hermoso aporte y nosotros consideramos a Tweety y a Ale como los co-productores del disco con nosotros al frente y con ellos de la mano, cada quien con su universo y creo que llegamos a un gran balance.

– ¿Cuál fue el criterio para definir un repertorio dentro de un cancionero infinito y con mucha carga?

PR: Para mí lo fundamental fue elegir los textos como hilo conductor. Son textos en donde sentíamos que había algo nuevo y algo distinto para decir y que nos identifiquen también en nuestra condición de personas de ciudad.

LM: También buscamos un balance entre los géneros que abordamos sin ninguna pretensión de que sea raro o buscando la extravagancia. Y podemos tocar Entre a mi pago sin golpear aunque sea un cliché y aunque la Sole lo cante mejor porque eso ya se hizo. Encontramos unas canciones que están buenísimas y el repertorio está hecho por el amor puro y esa es una linda guía para nosotros.

 

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