El compositor y cantante de Morón editó La vida era más corta, con colaboraciones tan diversas como sus derivas musicales: Silvio Rodríguez, La Sole, Trueno y hasta Mercedes Sosa gracias a un viejo audio rescatado. Como dice Sergio Sánchez en esta reseña, la música folklórica «no es un territorio desatendido, desconocido, fosilizado o ignorado. Es un lenguaje vital y en movimiento», y Milo J da cuenta de ello.


«Perdí el pasado pensando el hoy/ Y aún no sé si soy mejor que ayer/ Ya fue, disfrutémoslo/ Porque tal vez mañana no esté», canta Milo J en Al borde (511, 2023) con el aplomo de un tanguero de sesenta años o un rockero que peina canas. Pero Milo J escribió y cantó esa canción en clave trap con apenas 16 años. «Me escapé, mi alma estaba cansada/ No tengo futuro, lo tiene mi voz», lanza también en Milagrosa, una canción publicada en 2022 que se hizo viral en TikTok, cuando él rondaba los quince. Milo es “un alma vieja en el envase de un niño”, lo define el periodista especializado en música popular Gabriel Plaza. Y hay algo de eso. Hay en él una vocación de escribir sobre asuntos existenciales como el amor, el dolor y la muerte, como si tuviera la experiencia de alguien con más camino transitado.

Cada tanto, la escena musical argentina sorprende con la aparición de un artista nuevo que se sale de la media o presenta un sello distintivo. Y ése es el caso del joven rapero, cantante y compositor de 18 años oriundo de Morón, un barrio que también es fuente de inspiración y territorio fértil para su música y su crew Bajo West. Después de “pegarla” con Milagrosa, la consolidación de su nombre en las plataformas digitales llegaría en 2023 con Rara vez, producida con Taiu –con el que hoy tiene un conflicto legal por las regalías del tema-, una canción que en la actualidad supera las 800 millones de reproducciones en Spotify. A fuerza de buenas canciones –algunas con melodías muy adhesivas, otras con un enfoque más existencialista y social, como Morning-, una voz melancólica, grave y reflexiva, y el visto bueno de la industria musical, Milo J se convirtió en apenas dos años en un fenómeno a nivel mundial.

Un músico emergente que rápidamente recibió la bendición de artistas con alcance internacional, como el exitoso productor Bizarrap, los popes del trap local Duki e YSY A, y la cantante y estrella pop Nicki Nicole. Después de una serie de singles, dos EP (511 y En dormir sin Madrid, con Bizarrap) y dos discos de largo aliento (111 y 166), el pibe de Morón acaba de publicar un nuevo disco, La vida era más corta (2025), tal vez su trabajo más original, maduro y ambicioso. Con producción del propio Milo J, Tatool y Santiago Alvarado, el disco descansa sobre la música de raíz folklórica argentina –como territorio-, pero a través de recursos y modos de producción del trap y la música urbana (beats, samples, edición, loops, sintes).

Milo J presentará La vida era más corta en dos funciones -18 y 19 de diciembre- en el estadio de Vélez. Fotos: Gentileza de prensa Milo J

 

Tropicalismo santiagueño

Pero, ¿es el de Milo J un disco de folklore? En principio, el folklore no es un género, sino que es un territorio compartido o un lugar cultural en el que habitan diversos ritmos. En esos términos, el disco nuevo del cantante y compositor del conurbano bonaerense transita por territorios folklóricos –zamba, chacarera, carnavalito, milonga, murga-, pero no se queda en ningún lugar fijo. En este caso tampoco se podría hablar de fusión o de folklore de proyección. Los géneros folklóricos aparecen a lo largo del disco como puntos de referencia o estaciones de tránsito. Lo que se escucha en La vida era más corta es un sonido de esta época, algo escurridizo o difícil de clasificar. Porque abreva de diferentes fuentes y conecta con un artista de 18 años vinculado generacionalmente con la cultura del rap, el trap y el reggaetón. Esa es la banda de sonido de su generación.

Como toda tradición, las músicas folklóricas se transmiten de generación en generación. En este caso, Milo J hace su propia interpretación del “folklore” y le incorpora su historia, sus inquietudes artísticas y su bagaje musical contemporáneo. “Para mi familia, Santiago del Estero tiene mucho significado. La abuela de mi mamá, quien la crió, era santiagueña y se vino a los 12 años para Buenos Aires a construir una nueva vida porque allá todo es más difícil”, explica Milo en un comunicado de prensa. A eso se suma también su fascinación por la obra de artistas folklóricos como Horacio Guarany y Facundo Cabral, a quienes conoció gracias a familiares y amigos. Los códigos o recursos de lo que se entiende por música urbana -su imaginario poético, cierta jerga y modo de cantar, sus herramientas de producción musical- atraviesan necesariamente el disco. Milo J revisa la música de su tradición cultural con un lenguaje de su época.

Un deslizamiento con sus propios folklores que hicieron, por ejemplo, C Tangana en El madrileño (2021), Rosalía en El mal querer (2018) o incluso la salteña Feli Colina con su sensual y eufórico disco Lxs Infernales del Valle Encantado (2023) o la cantante y compositora neuquina La Valenti en La Capitana (2024). Lo de convertir lo foráneo en algo nuevo a través de la asimilación de las tradiciones folklóricas no es una novedad. A finales de la década del sesenta, en Brasil, la antropofagia cultural de Oswald de Andrade quedó manifestada en el Tropicalismo, el movimiento cultural vanguardista encabezado en el terreno de la música por Caetano Veloso, Gal Costa, Tom Zé, Os Mutantes y Gilberto Gil.

 

El embrujo de la Salamanca

En este marco, el disco abre con Bajo de la piel, una canción que habla sobre las cicatrices del tiempo y que dialoga con un sonido rioplatense: desde la incursión de un bandoneón tanguero hasta unos tambores –o bombos- que elevan la música y conectan con esta tierra. Desde lo visual, la canción evoca un paisaje del noroeste argentino, más precisamente Santiago del Estero. La habitual melancolía o tristeza dulce que expresa siempre la música de Milo J aparece ya en la segunda canción, Niño, un aire de chacarera que trata sobre la muerte. Luego, un coro de murga se hace presente en Gil, con la intervención del rapero y compositor Trueno. «Yo quiero al barrio feliz/ Sé que mis valores no me traicionan/ Porque todo puede pasar», canta Milo.

Portada de La vida era más corta.

Después de la intimista ¿bossa-murga? Ama de mi sol –que abre con un fragmento de Giros, de Fito Páez, con la voz intervenida de Nicki Nicole-, llega el carnavalito sintético Solifican12, que lo asemeja a la escena de folklore digital que encabezan productores como Chancha Vía Circuito o King Coya: un buen equilibrio entre un ritmo autóctono y el ropaje electrónico. Entonces, aparece la segunda colaboración femenina del disco, Soledad, en la chacarera de amor Lucía. La cantante de Arequito le aporta un perfume más tradicionalista a la canción, que cuenta también con guitarras criollas y violines bien santiagueños. El embrujo de la Salamanca deambula por todo el disco y se refuerza con las imágenes de los videos, que fueron grabados en los pueblos santiagueños Suncho Corral y Villa Atamisqui.

En tanto, la cantautora Paula Prieto participa en la dramática MmmM y la rapera chilena AKRIILA se suma a Llora llora, un trap mutante, como casi todas las canciones del disco. La primera parte La vida era más corta –o el lado A- cierra con el aire de murga Recordé, con arreglos vocales de Agarrate Catalina; la andina Cuando el agua hirviendo y la que da nombre al disco, La vida era más corta, una especie de zamba de amor y despedida. «Tengo miedo de la oscuridad/ Porque soy otra piedra en la arena/ Que algún día desaparecerá/Y la paz romperá mis cadenas», canta sobre la existencia en Recordé.

Finalmente, el lado B del disco está compuesto por cuatro canciones con peso propio, sobre todo por la resonancia y curiosidad de las colaboraciones. La primera que suena, a modo de interludio, es Radamel -una versión, en verdad, de Zamba para un bohemio guitarrero, de Marcelo Ferreya y Carlos Carabajal-, un encuentro entre Milo y un joven cantor y guitarrero de 14 años de Suncho Corral, Radamel Stieffel, que el músico de Morón conoció mientras realizaba una suerte de investigación etnomusicológica para este disco en el corazón de La Banda. Después, Cuti y Roberto Carabajal –guías musicales en este proyecto- entregan junto a Milo una versión de la chacarera El invisible.

En tiempos en los que la política tradicional está en crisis y en deuda con las demandas básicas de la ciudadanía, un verso de El invisible resuena con mayor potencia: «Nunca fui a la escuela/ No leo ni escribo/ Y se andan peleando/ Por el voto mío». La canción fue compuesta hace doce años, pero se ajusta bien al contexto social y político actual. Se trata de un poema de Nicolás Urquiza, un autor argentino radicado en México, que Cuti Carabajal musicalizó y convirtió en canción. “No recuerdo en que momento nos hicimos amigos, creo que hace doce años. Y entre las cosas que me mandaba y yo musicalizaba un día me envió El invisible”, le cuenta Cuti Carabajal a De Coplas. “Lo grabé en un proyecto que consistía en dejar un archivo de cien chacareras mías con otros autores. Pero con Roberto nunca la habíamos grabado”, precisa el santiagueño.

El final del disco llega con dos de las voces más importantes de la canción latinoamericana del siglo XX: Silvio Rodríguez y Mercedes Sosa. El trovador cubano de 78 años –que no suele hacer colaboraciones con otros artistas- suma su voz histórica desde La Habana en Luciérnagas, una bella y triste canción que Milo le escribió a su abuela cuando falleció. El broche de oro es un viaje en el tiempo: la voz de la cantora tucumana y universal Mercedes Sosa bendice el disco con una emotiva versión de Canción del Jangadero, de Jaime Dávalos. Rebautizada aquí como Jangadero, a secas, la voz de la tucumana fue rescatada de una sesión que grabó en 2007 en los camarines del teatro Gran Rex para un proyecto de La Sole que no había visto la luz.

 

La verdadera religión

En uno de sus primeros conciertos, en 2024, Milo eligió abrir con un audio de voz de Facundo Cabral: «No te escapes con la idea del mañana, porque la vida es aquí y ahora mismo. Con tu sufrimiento de hoy estás alimentando tu miedo de mañana, pero no tienes escapatoria, el amor, que es valentía, te rodea. Deja los caprichosos y grises códigos de lado porque la única escritura está en la existencia, que es arte, es decir la verdadera religión, porque la vida ante todo es un hecho estético, belleza que nos lleva a construir». De alguna manera, esas palabras de Cabral reflejan una filosofía y una ética artística que el joven músico retoma para su propia vida musical.

El de Milo J no es un disco de reivindicación del «folklore». Es decir, no intenta visibilizar algo oculto o traer al presente una música fuera de circulación. El de Milo J es un disco de un artista curioso y receptivo nacido en este país, con una historia, con memorias, que responde al sonido de su generación y a la vez es fruto de una herencia cultural. Lo que se entiende por música de raíz folklórica argentina no es un territorio desatendido, desconocido, fosilizado o ignorado. La música folklórica argentina es un lenguaje vital y en movimiento.

Alcanza con viajar a la ciudad de Cosquín en enero y recorrer su circuito de peñas y patios. Alcanza con asistir a la Fiesta Nacional del Chamamé en verano o experimentar la dionisíaca Fiesta de la Abuela Carabajal cada agosto en la ciudad de La Banda. O alcanza, quizás, con visitar en agosto las fiestas patronales del secano lavallino, en la provincia de Mendoza. Allí se escribe y se interpreta cada día la música folklórica de este tiempo. En Morón, también.

 

1 thoughts on “«La vida era más corta»: Un viaje al multiverso musical de Milo J

  1. Maria Cecilia dice:

    Impecable.
    A medida que leía, no solo valoraba la evolución y la explicación, sino pensaba con quien otra/o groso podría cantar. no se!!!
    Milo es y será historia en la música argentina y hasta me animo a decir latino americana.
    Yo soy una mujer con mucha música ( cantantes en la familia como bolerista Hugo Romani. Y mamá, hermano , coro y demás.) y Milo es especial, sus letras, su música, su interpretación hasta sus videos.

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