El cantante, actor y comediante habla de la popularidad de la banda El Kuelgue: repasa sus inspiraciones, sus sueños, y adelanta que preparan un disco para 2026. Además, dice que lo saturó un poco la repercusión mediática de su personaje Caro Pardíaco.


Julián Kartun respira imágenes reveladoras cantando en la banda El Kuelgue, que el miércoles 13 de agosto llenó un nuevo estadio Movistar Arena, de Buenos Aires, y busca afianzar su popularidad con más canciones y un disco por venir: “El concierto fue una foto del momento del grupo y fue muy lindo, porque vinieron familia y amigos, como en un cumpleañitos”. Y remata: “En 2024 también pudimos hacer shows así de grandes. Ahora tocamos casi todos los fines de semana y es un laburo que lleva mucha coordinación no sólo musical, sino de la puesta en escena, la producción y la estética. Y el público de El Kuelgue estalla”.

Con el absurdo, la libertad escénica, la improvisación y la expresividad teatral como rasgos de identidad, la banda combina rock y pop con candombe, funk, reggae, bossa nova y otros ritmos -incluso con rapeos y fraseos diversos-, en una búsqueda que ya lleva 21 años y cinco discos de estudio. El último lanzamiento, en sintonía con la potencia de sus conciertos, había sido el 27 de marzo: el disco Juegue Kuelgue (En Vivo – Buenos Aires), que registra los recitales que dieron en el Movistar Arena en agosto y noviembre de 2024. Allí participan Wos y Zoe Gotusso dentro de un espectáculo visual ambicioso, con once músicos y sus hits infalibles: el código con el público de varias edades.

De aquellas performances grabadas en Juegue Kuelgue, el actor, cantante, comediante y guionista Julián Kartun se proyecta a la noche del 13 de agosto en el Movistar Arena, que tuvo como invitados a Zoe Gotusso, Mateo Sujatovich y el Mono de Kapanga. ¿Hay alguna escena que le haya resultado reveladora al hijo del dramaturgo Mauricio Kartun? “Durante los shows no tengo mucho tiempo de pensar, e incluso me lo pongo como una especie de premisa: fluir y disfrutar a ver qué pasa en el momento. Pero viéndolo después, con la repercusión de las redes y las fotos, creo que el final con el Mono de Kapanga fue espectacular, porque la gente se volvió loca”.

Y profundiza: “Hicimos El mono relojero dentro de una canción nuestra que se llama Show Me Your Monkey, para la cual incentivamos a la gente a que sacara al mono que tiene dentro: empezaron los acordes de la canción de Kapanga y todo fluyó. El show del Movistar Arena de Buenos Aires fue muy feliz, agradable y familiar, que es algo que notamos cada vez más en el público de El Kuelgue: hay amigos, o gente que no nos escuchaba antes, que terminaron mostrándole la banda a sus hijos. Así que va mucha familia”.

Sonríe, Julián Kartun, y capta el hecho irrebatible con El Kuelgue: las nuevas generaciones también son parte del ritual del grupo. “Yo creo que es inevitable, por el paso del tiempo: todos van creciendo y la banda se va haciendo un poco más conocida. Entonces llega a diferentes lugares y la esfera se va ampliando. Yo, encantado de que se sumen los que quieran”, ofrece Kartun a los 41 años, a la par con una amplia experiencia en cine y teatro: el año pasado, su personaje cómico y paródico Caro Pardíaco pasó del streaming al programa de Susana Giménez y su repercusión mediática fue exponencial. Pero ya habrá tiempo para hablar de ello.

Ahora Kartun piensa en algo más cercano: ¿Existe algún sueño aún no cumplido para El Kuelgue? “Todo se fue dando de una manera muy paulatina y gradual -opina-. De entrada lo que nosotros queríamos era conocer diferentes lugares, ir ampliando el horizonte, conocer músicos nuevos, y eso se nos fue dando muy naturalmente al principio de la historia de la banda”. De repente “viajamos al Noroeste, conocimos músicos en Tucumán y también mucho folklore; fuimos bastante a Montevideo, nos empapamos del candombe y de los músicos locales de los demás lugares adonde vamos”. Se sumó gente al grupo de trabajo “y nos fuimos formando juntos, con el correr de los años”.

Allí está el sueño realizado para El Kuelgue: “Mantener esta idea de un grupo de personas que labura en pos de una obra artística, la cual le da la oportunidad de conocer diferentes horizontes, siempre desde un lugar un poco más profesional”. Más aun “cuando al comienzo éramos cinco tipos viajando en un auto con las guitarras, el cajón peruano y todo”, rememora Kartun. Y conecta con los primeros deseos del grupo: “Al principio no sé si pensábamos tanto en el éxito posible. Por eso destaco el crecimiento paulatino. Nunca hubo un momento en el que hayamos dicho ‘che, vamos a tocar para tantas personas’ o ‘hay que hacer determinada música’”.

¿Y en qué pensaban? “Nosotros siempre teníamos nuestro momento de cuelgue: los viernes nos juntábamos a colgar, hacíamos canciones y después las corregíamos porque era muy divertido. El otro día escuchaba a alguien que se quejaba porque hay lugares en donde uno tiene que pagar para tocar, como cuando pagabas para ir a jugar al fútbol. Y con El Kuelgue lo hicimos durante muchos años: para nosotros era ‘che, ¿cuántos somos? Ponemos plata cada uno y vamos a tocar’. Había también algo del motor adolescente, y con ganas de expresarse, que es lo que generó todo esto con El Kuelgue”, dice Kartun.

–Están trabajando en un disco nuevo y el 15 de mayo lanzaron La máquina, un single con No Te Va Gustar. ¿Por dónde piensan las inspiraciones para el futuro disco?

–Las inspiraciones que nos acompañan a nosotros, y a muchos otros artistas, son el amor, el desamor, el paso del tiempo, la nostalgia, los amigos y la familia, todo desde un costado bastante absurdo e irónico. Pero todo eso debe haber evolucionado en cuanto a la poesía y a cómo cada uno toca su instrumento. Seguramente la problemática sea un poquito más adulta, pero El Kuelgue conserva el espíritu de juego y el absurdo.

–Con tu formación de actor, ¿la banda alimentó lo teatral y lo escénico, o la música potenció lo teatral en vos?

–Creo que las dos cosas. A mí El Kuelgue me dio la posibilidad, desde muy pendejo, de poder expresarme ante el público y patear escenarios, que es lo que nos gusta a la mayoría de los actores. Para mí, la banda era un lugar para probar personajes y para decir las cosas que venía pensando. Siempre está bueno tener un canal, como para muchos hoy son las redes sociales. Ahora hay más recursos: si uno tiene cosas para decir o quiere cantar, bailar o expresarse, con un celular se lo puede mostrar al mundo. Para el actor por ahí es difícil encontrar un proyecto que le calce justo y donde pueda decir sus propias verdades, o las cosas que se le ocurran. Depende en general de otro proyecto, que es dirigido por otra persona, y que es financiado ahora por plataformas o por productoras.

En esa perspectiva “El Kuelgue fue siempre un espacio de libertad, y de mucho absurdo, donde cada uno puede proponer cosas y entre todos llegamos a un promedio: pueden aparecer cosas medio oníricas o boludeces que por ahí no tienen tanto sentido, pero que nos las permitimos con la banda”, explica Kartun. En esa línea “la escapamos a cierta solemnidad y a los lugares comunes. Hay algo más tradicional o más serio que El Kuelgue por ahí nunca se permitió hacer. Pero creo que son decisiones estéticas: es como seguir un poco fiel a la idea caótica inicial”. Y a ese registro lo manejan a nivel grupal: “Si bien las letras son mías, están basadas en improvisaciones que hice con otros de los músicos, porque yo no toco instrumentos”, asume Kartun.

–Sin tener formación musical, ¿cómo fuiste construyendo tu manera tan personal de cantar y de expresarte con la banda?

–Supongo que por intuición y por ser inquieto y curioso. Internet me dio la posibilidad de ver artistas de cualquier lugar del mundo, de cualquier categoría, y eso suma mucho si siempre estás buscando influencias. Yo creo que al principio somos siempre una copia de nuestras influencias, y con el tiempo se va armando una propia escuela: una identidad personal. Al principio yo cantaba un poco como Ricky Espinosa, de Flema, o como Bradley Nowell, de la banda Sublime. Fui copiando cositas y con todo ese menjunje se armaron mi personalidad y mis personajes.

Dentro de las raíces latinoamericanas “me influyó Jaime Roos o mucho de tango, como Carlos Gardel”, describe Kartun. Y se queda pensando: “Nosotros, en El Kuelgue, crecimos en una época en la que el rock nacional empezaba a ver caras que proponían un poco una fusión con lo tanguero, el folklore y la murga: Los Fabulosos Cadillacs, Los Auténticos Decadentes, Turf o La Bersuit. Esos proyectos siempre se permitieron esa libertad”, concibe. Y la clave, en El Kuelgue, está en cómo Julián Kartun se plantea el hecho escénico: “Yo soy un artista que disfruta más del escenario, mientras otros disfrutan más del estudio. Pero en los ensayos también hay boludeo y se prueban cosas. Yo, en general, al estudio voy a grabar mis voces y me voy: no paso tantas horas corrigiendo y produciendo cosas. Tampoco sé tanto del tema: toco un poco de oído”.

Y confía, una vez más, en la libertad que le propone El Kuelgue: “A ese lugar, la banda lo mantiene en los tres lugares: en el estudio, en el show en vivo y en el momento compositivo. Tenemos que permitir ese tipo de libertades en cualquiera de los terrenos”. En concordancia, ¿cuál será el próximo proceso para El Kuelgue, a la par del disco nuevo? Julián Kartun lo reconoce: “La banda tiene un ritmo bastante particular, que es que no para. Hay en general bandas que dicen ‘ahora paramos para componer’ o ‘se deja de componer y giramos tres meses’. Pero El Kuelgue no para nunca de componer ni de viajar. Es bárbaro cuando tenemos un fin de semana libre”.

También “tenemos cada tanto un encuentro en el estudio Los días felices, del contrabajista y compositor Mariano Otero. Ahí armamos una especie de cronograma de cómo vienen las canciones y de cómo van a ir saliendo. Seguramente salga una canción adelanto, antes de fin de año, y el disco nuevo quedará para el próximo -calcula Kartun-. Hay muchas canciones que están muy buenas, pero queremos que todo salga bien. Buscamos que sea un gran disco y no queremos apurarlo. Como venimos tocando un montón, no tenemos la necesidad de sacar canciones todo el tiempo”.

–¿Percibís influencias de El Kuelgue en otras bandas?

–Puede ser. De hecho, ya tenemos las bandas tributo a El Kuelgue. Esa es una influencia evidente. Pero, más allá de eso, sí noto influencias en otras bandas, de la misma manera que ellas fueron influenciadas por otros artistas de la época y que probablemente también nos hayan influenciado nosotros. Me parece que hay varios proyectos musicales de la misma época que tenemos un formato parecido.

A la par de lo musical, Julián Kartun vivió allá por 2013 y 2014 uno de los proyectos audiovisuales vía YouTube que fue definitorio para su humor desenfadado, pero además inteligente, y para diversas generaciones de artistas: Cualca. La serie, concebida junto a Malena Pichot, Julián Lucero, Julián Doregger y Charo López, parodió y problematizó prejuicios sociales y abarcó mensajes feministas y políticos en contra del racismo, la homofobia y los preconceptos de todo tipo. Entre uno de sus personajes clave, allí Julián Kartun concibió a Caro Pardíaco: una rubia despistada, estereotipada e impresentable -pero también querible-, oriunda de Zona Norte, que fascinó en forma creciente.

Y diez años después, tras múltiples shows de stand-up -e incluso al aparecer con El Kuelgue-, el personaje de Caro Pardíaco pasó del canal de streaming Olga, de Miguel Granados, a interactuar jocosamente con Susana Giménez en su programa de televisión, en Telefe: fue una exposición sideral para Julián Kartun, y, en un punto, impensada. ¿Cómo vivió esa gran repercusión mediática? “Tuvo sus matices -dice-. La disfruté, porque Caro Pardíaco es un personaje de hace muchos años. Y que haya estado tanto tiempo en el under, y que de repente se haya vuelto algo masivo, está bueno, siempre, porque significa opciones de trabajo. También surgió de proyectos escénicos muy hermanos con El Kuelgue y que se comunican muy bien”.

Pero a la vez sucede “que todo lo que está muy visible de repente satura, y yo por suerte me saturé un poco junto con el personaje de Caro Pardíaco -revela Kartun-. Entonces, ya llegando al fin del año pasado, me dije: ‘Vamos a hacer una pausa’. Es una pausa hoy que se sigue respetando, pero ya estamos por empezar a grabar algunas cosas nuevas con Caro Pardíaco, con algunas ficciones un poquito mejor realizadas. Aún no se confirmó cómo, pero ya lo estamos armando”.

–¿Existe algún sueño por cumplir que tengas en el plano audiovisual?

–No sé si hay alguno específico. En realidad, me fue sorprendiendo bastante el camino. Me dio muchas oportunidades de laburar con gente muy grosa y de trabajar en películas, en plataformas y en teatro. La verdad que no pido nada. No es que yo tenga un sueño específico que quiera cumplir. Estoy disfrutando bastante del proceso y sé que van a venir cosas lindas para mí. Y, con El Kuelgue, yo creo que si podemos mantener el equipo vamos a estar bien. Ante todo deseo seguir haciendo música, poder seguir viajando y conocer nuevos caminos: que la máquina crezca un poco más, y mejor, para que sigamos adelante.

 

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