La cantante y guitarrista Lula Bertoldi, de Eruca Sativa, habla de A tres días de la tierra, el nuevo disco del grupo, que presentaron el 12 de julio en el Estadio Obras de Buenos Aires. También analiza el compromiso político y social de la banda -que plasman en el álbum-, conecta con los movimientos sociales y asegura que como banda se ven llegando juntos a viejos.


“Chicos, nuestro nuevo disco se tiene que llamar A tres días de la tierra”, les dijo un día Lula Bertoldi (guitarras y voz) a sus compañeros del power trío Eruca Sativa: Brenda Martin (bajo y voz) y Gabriel Pedernera (batería). Lo compusieron entre los tres y, tras un largo proceso como banda, visibilizaron el mensaje del título: “Somos como los astronautas del Apolo, que cuando estaban a tres días de la tierra lo único que tenían era la fe de que iban a volver. Así que también esta es nuestra forma de decir que estamos a tres días de la tierra: que todo es incierto menos la música”.

Lo dice Bertoldi explayando el sentido del disco A tres días de la tierra en su casa de Buenos Aires. Allí hay cuadros de música, tres guitarras y dos pequeñas fotos colgadas de Eruca Sativa. Lula Bertoldi lleva un buzo negro de la banda y un gorro con visera a tono, que dice “Quilmes Rock”. Se sirve un mate de tanto en tanto y capta palabras para explicar A tres días de la tierra: “Los astronautas del Apolo se quedaron medio varados: era un bardo -dice-. Y cuando estaban a tres días de la Tierra ya no les quedaba ni combustible, ni oxígeno, ni alimento, ni calefacción. Se estaban congelando. Lo único que les quedaba era pedir ‘por favor, lleguemos a la Tierra’. Terminaron llegando y fue hermoso”.

Portada de A tres días de la tierra.

Estar a tres días de la tierra “es un montón o es re poco, según como quieras verlo. Y esa analogía de estos tres astronautas con nosotros tres, los músicos de Eruca Sativa, fue muy linda, porque, después de que yo vi el documental que habla del Apolo, les llevé el título a los chicos. Dijimos: ‘La única certeza que tenemos, en este caso, es la música. Son estas canciones y este disco: A tres días de la tierra. Y el álbum, que presentaron el 12 de julio en el Estadio Obras, de Buenos Aires, y que llevarán a distintos lugares de Argentina y Uruguay, reconfirma varios caminos sonoros y poéticos para Eruca Sativa: luego de dieciocho años juntos como una de las bandas centrales del rock argentino del siglo XXI, abrazan su sonido visceral y sus mensajes en sintonía social y política con este tiempo.

¿Cómo se las ingeniaron al respecto? Lula Bertoldi piensa unos segundos y responde: “Bueno, no es algo muy cerebral. Es algo más visceral. No me sale hablar de otra cosa. Así como hay canciones del disco que hablan del amor, de los hijos y de una relación entre dos personas -que puede ser amorosa o no-, el disco también habla de lo tóxico, de las relaciones humanas, de la paz, de la muerte y de la guerra. En todo momento estamos atravesados por eso. La coyuntura política de nuestro país nos afecta, claramente, porque tenemos otro pensamiento: defendemos otros valores que hoy en día no son los que tiene la gestión de turno. Entonces, imaginate todo lo que tenemos para decir, tanto abajo del escenario, en una entrevista, en el escenario con el micrófono o en las letras. No es parte de nuestra naturaleza quedarnos callados, o viendo cómo pasa de costado algo que es obsceno y absurdo”.

A tres días de la tierra (Sony Music) incluye catorce canciones encendidas, con frases que conmocionan y alertan -sin frases banales- acerca de la crueldad imperante, el avance de la ultraderecha y el poder en las sombras que se entreteje en estos años de la Argentina. Eso no es amor, No pasarán, Lío, No pises las flores, Qué hay en vos, Canción urgente, Aquí y ahora o Bájense del barco son algunas de las canciones nuevas, con diversos tonos de rock ardiente y de funk eléctrico, más síncopas y sutiles líneas melódicas, que hacen dialogar a Eruca Sativa con su historia y a la vez los colocan en una nueva etapa como banda: están A tres días de la tierra y cada vez más firmes sobre ella en la Argentina urgente.

«Parece cine pero no, es hoy, acá, contra nosotrxs. No es la ficción, es bien real, es hoy acá, contra nosotrxs. Cámara y acción llaman la atención, deformando el tono de la información», canta rugiendo Lula Bertoldi en Contra nosotrxs. Avanzan las poderosas líneas de bajo de Brenda Martin, en tándem con la sorprendente batería de Gabriel Pedernera y las guitarras abrasadoras de Bertoldi, y la letra de Eso no es amor, que abre el disco, alerta: «Cuidado, a veces la violencia vendrá sonriendo». En el tema No pasarán se oye: «Dividieron y no reinarán. Ves, no nos tendrán dormidos. No, si acá no han vencido. Por aquí no pasarán. Aún nos queda la dignidad».

Ya en la canción Qué hay en vos describen: «Aspecto de ser ganador. Corrupto uniformado vestido para la ocasión. Violento, bien entrenado». Y en la eléctrica Chacarera del primer día -con la voz invitada de la colombiana Catalina García, de la banda Monsieur Periné- dicen: «Sueñan las calles no albergar temores. Y el miedo en ellas desnudar su vergüenza. Mientras el hambre es quien hoy las gobierna. El adictivo poder de los horrores sueña que no despierte nadie». A tres días de la tierra expone la violencia, la falta de empatía, el individualismo y la división del pueblo. Y, en contraposición, el amor y la solidaridad con el semejante. «Yo sueño que a mis hermanos no les falten sueños, y que en su vida hoy tengan techo y tierra», acentúan en la apremiante chacarera.

Bertoldi retoma sus palabras: “Es una obligación para con nosotros mismos el ser lo más transparentes que podamos, en este momento, con lo que pensamos. Por eso sale un disco con estas canciones y con estas letras”. Y las menciones a los hilos del poder en la oscuridad tienen su vigor: “Desde mi humilde observación feminista, lo que siempre se combate es eso: el poder. El poder por el poder mismo, que no contagia a otros para tener un poder colectivo. Creo que ahí está la gran clave: un grupo de personas quiere tener el poder para someter a otra parte de la población, y no como una herramienta de construcción colectiva para decir: ‘Che, tenemos el poder como pueblo de ser mejores, de ir juntos, de mejorarnos entre todos’. De esa falta de poder estamos hablando”.

Porque “nos hacen pensar que no existe ese poder colectivo -evalúa Bertoldi-. Hoy en día todo es el poder personal, la propiedad privada, el sometimiento, la jerarquía, la meritocracia absurda, ridícula e inexistente. La observación es esa: ‘¿A dónde está el poder real?’. En realidad, nunca vamos a saber quiénes tienen verdaderamente el poder: no les vamos a conocer la cara. Creo que hay muñequitos, como dice el tema Contra nosotrxs: «Mientras más arriba están, se ven pequeñitos. Es invisible el poder real, estos son sólo sus muñequitos. Mientras más arriba están se les ven los hilos». Ese poder verdadero y oculto es bastante peligroso. Nuestro pequeño aporte es decirlo en una letra y abrir un poco los ojos”.

–Luego están los micropoderes de los movimientos sociales y de los colectivos. ¿Siguen sintiendo que como grupo acompañan, desde sus letras y acciones, a esos grupos?

–Calculamos que sí. Nosotros nos sentimos acompañados por ellos e imaginamos que ellos se sienten acompañados por nosotros y que saben que estamos siempre. Estamos juntos porque para nosotros, como siempre, la salida es colectiva: es el poder es del pueblo, de las personas, de las organizaciones que trabajan. No importa quién esté en la gestión, porque siempre después te tildan de zurdos, o qué sé yo. Las organizaciones sociales están siempre, siempre, y nosotros estamos con ellos. No tengo mucho más para decir al respecto.

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De nuevo en sincronía

A tres días de la tierra es el primer disco de estudio de Eruca Sativa con canciones propias, en siete años, tras el experimental Seremos primavera -de 2019-, que también dejó himnos de lucha como la folklórica y rockera Creo: «Crea el fin de los lamentos, sembrados en la tierra, por los padres del rigor. Es este el momento, con tal fuerza lo siento. Seremos primavera, que no haya sido en vano el dolor». Luego sacaron dos discos en vivo, el álbum de versiones Dopelganga -en 2022- y, tras un largo proceso creativo y grupal, grabaron A tres días de la tierra con la producción de Afo Verde y el ingeniero de sonido Facundo Rodríguez. Fue en los famosos Criteria Studios, de Miami, donde se plasmaron discos históricos como Highway to Hell de AC/DC; 461 Ocean Boulevard, de Eric Clapton; Hotel California, de The Eagles; parte de Rumours, de Fleetwood Mac, y nada menos que Canción animal, de Soda Stereo.

–Lula, ¿qué fue lo más difícil y lo más satisfactorio de haber hecho A tres días de la tierra?

–Yo creo que lo difícil de este disco estuvo antes. Estuvo en la previa, que fue todo lo que pasamos hasta llegar a este álbum: a este resultado final bellísimo. No fue fácil, más que nada porque en el medio nos desencontramos. Tras los otros discos, no nos metimos al estudio a grabar uno nuevo con nuestras canciones porque no estaban los ánimos para ello. Hubo desencuentros. No es que la banda estuviera mal, pero no estábamos en sintonía. Más que nada porque componemos los tres y armamos muchas cosas juntos. Pero no estaban dadas las circunstancias ni todo el contexto apropiado para que estas canciones salieran para afuera. Me parece que tuvimos la decisión muy sabia y sana de decir «che, sigamos haciendo música, porque lo amamos, pero todavía no hace falta que hagamos un disco de canciones nuestras». Estuvo buenísimo ese impasse porque nos permitió ahondar en otras cosas de nuestra relación como banda. Obviamente, giramos muchísimo, sacamos el disco de versiones, hicimos discos en vivo y ganamos Premios Gardel. Desde que salimos de la pandemia, hasta hoy, fueron años vertiginosos y de mucho trabajo. Y en el medio nos volvimos a encontrar con Afo Verde, con quien ya habíamos tenido un ping-pong de decir: «Hagamos un disco». Creo que desde 2013 veníamos dando vuelta con eso. Y por H o por B no se he habían dado las situaciones ni estaban las canciones.

Pero “cuando ya las tuvimos, Afo Verde nos dijo «hagamos el disco». Así que la parte complicada fue toda la previa hasta llegar a este disco, que en realidad no fue difícil, pero pasamos por momentos complejos de banda. Y cuando ya estábamos en sincro, componiendo las tres cabezas y pensando en estas canciones, fuimos a Miami a grabarlo y pasamos dos semanas juntos trabajando ciento por ciento en la música y en las letras. La verdad que fue hermoso”.

–¿Cuál fue el aporte de Afo Verde como productor?

–Primero que nada, hace dieciocho años que estamos juntos: ya nos conocemos mucho. Pero a la frescura hubo que encontrarla de vuelta. O las cosas que condimentaran lo que ya uno conoce. El aporte de Afo Verde fue encontrar una arista más de Eruca Sativa: otra mirada, otra observación. Como unos ojos que miran de afuera y que te pueden dar una devolución más objetiva de algunas cosas. También él aportó en la estética sonora: Afo sacó lo más Eruca de nosotros. Yo siento que A tres días de la tierra es un disco que nos representa muy bien y que está la esencia a flor de piel del trío, de la banda y de las canciones. Afo sacó todo lo que hacía ruido. Quitó todas las capas de cebolla y llegamos al centro: al núcleo duro de lo que es Eruca Sativa. Por eso siento que este disco es una síntesis perfecta de muchos años. Aquí está explorada a full la sonoridad del trío y es un poco la síntesis de los otros discos.

«Mientras esté el alimento espiritual de la banda vamos a ir para adelante». Fotos: Nora Lezano

–¿Hay un salto adelante, una evolución, en el sonido del disco nuevo?

–Es que hablar de evolución o de saltos hacia delante, de disco a disco, habla en detrimento de lo que ya pasó. Yo siento que cada disco es una etapa, un momento, una foto de cómo éramos nosotros. No sé si pensarlo como algo evolutivo. No me gusta ver así la discografía de Eruca, porque siento que hoy vuelvo al primer disco (La carne, de 2008) y tiene algo que es re especial de ese momento. No es ni mejor ni peor: es otra cosa. Estábamos más progresivos, nuestro sonido era más noventoso, buscábamos otras cosas y los arreglos eran mucho más difíciles. Éramos más jóvenes. No teníamos hijos y sí más tiempo para hacer esos arreglos. Nos pasábamos horas y horas encerrados en la sala y en el estudio. Vivíamos y respirábamos para Eruca Sativa. Y ahora yo creo que la búsqueda es otra. Estamos buscando más por el lado del funk, de los sonidos más fuertes y de la guitarra muy tocada, con mucho trabajo de muñeca. Cada disco te cuenta lo que estábamos buscando con él. Pero todo responde a un mismo norte creativo. Por eso hacemos álbumes y no singles cortados que no sean parte de un disco. No nos gustan, porque no sentimos que representen bien el momento de la banda. A nosotros nos gusta juntar canciones y hacer una gran foto de cada momento: son dos o tres años de la banda condensados en un material discográfico. Y esa es la forma que tenemos de mostrar lo que hacemos.

 

Cerrar los círculos

El disco A tres días de la tierra también ofrece climas más reposados -aunque igual de encendidos-. La diferencia, en los temas Qué hay en vos, Canción urgente y Piedra, reside en la presencia de un cuarteto de cuerdas cordobés: son Lucía Luque (violín), Leandro Liuzzi (violín), Alejo Moreno (viola) y Hermann Schreiner (cello). Los arreglos, de Irene Cadario, fueron grabados en el estudio Desdémona de Córdoba por los hermanos Bergallo. ¿Cómo se dio el proceso de incluir estas cuerdas en tres temas de A tres días de la tierra?

Lo explica Lula Bertoldi: “Se dio así porque nosotros fuimos en un momento a tocar a Río Cuarto y estuvimos en el Festival Otoño Polifónico, que invita a una banda con arreglos de cuerdas. Ahí conocimos al cuarteto de Lucía Luque y nos encantó lo que tocaron: eran súper clavados y quedó el vínculo. Con Irene Cadario trabajamos en el show y disco Seremos Primavera en la Ballena Azul, de 2022, que se ganó un Gardel como grabación en vivo: Irene hizo los arreglos de cuerdas. Entonces decidimos juntar los dos mundos, y las cuerdas de A tres días de la tierra se grabaron en el estudio Desdémona, que es donde habíamos grabado nuestro primer demo, y sentimos que se cerró el círculo: les mandamos los arreglos a Córdoba, los chicos lo grabaron y volvió algo increíble”.

–Un tema central de A tres días de la tierra es Chacarera del primer día, que condensa un gran sonido y un mensaje importante. ¿Cómo lo trabajaron?

–Es una canción de Brenda Martin, que ella trajo a la banda hace muchos años. Creo que nos lo mostró en el estudio en 2012, en la época del disco Blanco. Entonces no le dimos bola, realmente. Brenda siempre ha compuesto mucho, tiene mucho material y es una gran poeta, una gran escritora. Ella escribió canciones como Creo, que es un temón, un himno. Sólo pueden salir de su pluma esas canciones, porque son increíbles. Y cuando empezamos a componer y a tirar temas para este nuevo disco, vino Brenda al estudio y dijo: «Che, ¿se acuerdan de que yo tenía esa canción que les mostré una vez?». Y cuando la tocó dijimos «qué temazo». Yo creo que A tres días de la tierra se justifica cuando aparece esa canción: le da el motivo a todo el disco. Es un tema increíble y una letra alucinante, muy extrapolable a situaciones que trascienden los límites de la Argentina, y por eso está la voz de Catalina García, de Monsieur Periné, que le da ese toque latinoamericano. Ahí estamos hablando del mundo, de Latinoamérica, de las mujeres, de los pueblos originarios, de los laburantes, de un montón de cosas. Chacarera del primer día tiene todo lo que tiene que tener para ser gran canción.

–¿Cómo pensaron el show de Obras del 12 de julio y la gira posterior?

–El show de Obras fue muy especial porque tocamos el disco completo. En la gira también se va a tocar el disco completo, pero ya es distinto, porque no a todos los lugares llevamos cuerdas. Así que luego arranca la gira y vamos a estar tocando bastante. Tenemos muchas ganas de mostrar estas canciones en vivo, con todo un sentido nuevo, que responde a que el audio es más old school, más en vivo. Estamos tocando con amplificadores de vuelta: antes tocábamos con sistema digital. Es medio irónico, ¿no? En vez de ponernos más modernos cada vez estamos más viejos, más vintage. Y nos encanta: estamos re-contentos, porque el disco es también muy old school. Es como “un, dos, tres, va”, ¿viste? Y la verdad es que nos sienta muy bien: estamos contentísimos con el audio.

–¿Se imaginan como banda llegando a viejos y tocando como adultos mayores?

–Sí, ya tenemos juntos dieciocho años y sabemos que hay ciertas cosas que no queremos que cambien. Como grupo, nos decimos: «Che, realmente tiene que pasar algo muy grave para que no queramos estar más juntos». Incluso podría suceder que nos tomáramos un año sin tocar, o dos, pero seguiríamos estando juntos. Es muy difícil que se separe Eruca en este punto. Sí puede pasar, como digo, que descansemos un año porque la banda lo necesite. Ahora no es el caso. Es muy difícil que nos separemos, porque ya sabemos cómo es nuestro funcionamiento como banda, como grupo humano: lo que nos queremos, lo que necesitamos tocar juntos, lo que nos da Eruca y todo lo que hemos construido hasta acá.

En tal sentido, “con Brenda y con Gabi es hermoso lo que tenemos. No solamente desde el espacio y la libertad, sino de todo el reconocimiento que hemos logrado con nuestros colegas. Es un gran privilegio. Entonces, ¿por qué vamos a dejar de tocar? Sí, claro que nos imaginamos llegando juntos a viejos. Es más, justo el otro día en la sala les dije a los chicos: «¿Se imaginan yendo en una van recorriendo Europa cuando nuestros hijos sean grandes? ¿Se ven tocando y llenando barcitos en Berlín?». Tenemos esa imagen y ojalá que la podamos cumplir. Somos felices haciendo esto, y, en la medida en que eso nos dé un alimento espiritual y un alimento económico, lo vamos a seguir haciendo. E incluso si no está el alimento económico, hasta podremos seguir haciéndolo igual. Mientras esté el alimento espiritual de la banda vamos a ir para adelante”.

 

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