Las músicas argentinas son el corazón excluyente de Territorio eléctrico, reciente álbum con el que Ernesto Snajer celebra dos décadas al frente de su trío sintetizando parte de un inspirado y más largo camino como compositor, docente, arreglador y productor entre escenarios, estudios y sets de televisión.


“Yo no soy experto en ritmos argentinos ni muchísimo menos, pero me siento comprometido con componer una música que nos represente, que tenga un lenguaje que sea reconocible como parte de una búsqueda que me interesó siempre por una cuestión de sentimiento y por sentirme totalmente identificado con la música que se hace acá”, se define el guitarrista, compositor, docente, arreglador, productor y conductor Ernesto Snajer a cuento de la reciente publicación de un nuevo disco con el trío que lleva su apellido y que tituló Territorio eléctrico.

La placa con la que el terceto que completan Guido Martínez (en bajo) y Diego Alejandro (en batería y cajón peruano) además celebra 20 años de actividad, propone un personal compendio en torno a la música argentina.

De edición independiente y con una fecha de presentación prevista para el sábado 16 de agosto en la sala porteña Bargoglio, el repertorio con la firma de quien ejecuta guitarra y guitarra MIDI, consta de 11 paradas denominadas El poste, Zamba del recuerdo, Perfume de jazmín, La rabona, Elgua, Los amigos, Bom zapar, El zapateo, Tereré on the rocks, Adiestramiento canino (gratuito) y Volviendo.

La recorrida asume con pulso propio aires de vals, chacarera, milonga, zamba, tango y candombe en una construcción donde identidad y libertad se tutean en un juego donde la partitura y sus intérpretes se reparten protagonismos gracias a la química conjunta como para reformular composiones que Snajer supo tocar con otras formaciones.

En una conversación con De Coplas, el músico especifica que “si bien hago otras cosas también y, por ejemplo y últimamente hice un disco homenaje a Paul McCartney (en referencia a ‘Amor motor’), a la hora de componer y sin ser un folclorista ni un tanguero, siento un gusto enorme porque naturalmente me salgan músicas asociadas a esos estilos o a esos ritmos argentinos. Porque es algo que siento de verdad y me sale naturalmente”.

Nacido hace 57 años en Buenos Aires tuvo en su formación a valiosas referencias como las de Aníbal Arias en guitarra tanguera, Francisco Rivero en guitarra jazz e improvisación, Svetan Szavbev en guitarra clásica, Martha Bongiorno en piano y Laura Baade en armonía, contrapunto y orquestación.

Con dos décadas de vida se integró al grupo Semblanza con el que hasta 1993 grabó dos discos y participó en cinco giras europeas y hacia 1997 y como fruto del encuentro con el guitarrista danés Palle Windfeldt, el gran artista brasileño Egberto Gismonti se cautivó con la propuesta y produjo ese repertorio compartido para su sello Carmo/ECM, el cd Guitarreros.

El camino musical y cronológico en el que, además, creó músicas para obras de teatro, películas y programas de televisión, lo tuvo convocado por Pedro Aznar para los proyectos Tributo a Gardel, Juntos por Troilo y Homenaje a Piazzolla, también acompañó a Jairo para el registro de una placa con el cellista Jacques Morelembaum y entre 1994 y 1997 fue miembro de Los Argentinos, grupo de Lito Vitale también integrado por Javier Malosetti, Marcelo Novati y Manuel Miranda.

Más adelante y en trío con la cantante Verónica Condomí y el percusionista Facundo Guevara grabó los álbumes Cielo Arriba y De los tres, impulsó el cuarteto Toque Argentino (junto a Guido Martínez, Alejandro Devries y el mismo Guevara) y como productor fue responsable de los discos de Liliana Herrero Igual a mi corazón y Este tiempo.

Siempre inquieto, impulsó otras asociaciones (a guitarra limpia con el formoseño Matías Arriazu y el Zabeca Dúo con el percusionista Mariano «Tiki» Cantero) y publicó el libro de partituras 8 piezas para dúo de guitarras editado con el apoyo del Instituto Nacional de la Música.

Con todo, su figura se tornó más visible por conducir desde 2012 y hasta 2023 el espacio Notas de paso, mezcla de charlas y zapadas con músicos y músicas que se emitió por la señal de cable Canal (á), una frecuencia donde el año pasado también comandó Polifónico, un espacio de similares características pero donde se puso en diálogo con figuras de otras disciplinas artísticas como las actrices Malena Solda y Laura Novoa por citar apenas un par de casos.

A trío: Ernesto Snajer, Diego Alejandro y Guido Martínez. Foto: Marcos Sebastián

.

Un viaje charlado

-¿Cómo aparece este Territorio eléctrico?

-La verdad es que no fue algo muy planificado sino que nació a raíz de la filmación de un video promocional, pero escuchando lo que quedó de esa producción que se hizo acá en mi estudio de grabación (Camaradaland), encontré algo que me gustó tanto y que a la vez me pareció sencillo de llevar a cabo para un disco. Era cuestión de armar y hacer versiones de los temas y ese es el espíritu del disco también que está prácticamente grabado en vivo. Así que la idea nació del entusiasmo que me dio escuchar el audio de ese video y por suerte los chicos se prendieron.

-Y, de paso, se volvieron a reunir por los 20 años del trío…

-Claro, cumplimos el 20 aniversario de estar tocando sin interrupciones o con los únicos intervalos producto de estar metidos en otros proyectos. Y por otro lado hacía bastante que no estábamos tocando juntos, entonces también me gustó esa idea de hacer un disco en vivo en el estudio para celebrar estos 20 años tocando juntos.

-¿Qué encontrás en Guido y en Diego para para tener esta comunicación y que salgan las cosas que el terceto genera?

-Hay varios factores. El primero es un gran conocimiento entre nosotros porque 20 años tocando juntos es realmente como ser una familia: Conocemos nuestras virtudes y nos bancamos en nuestros defectos. Yo participo en muchos trabajos y en otros proyectos, pero ninguno se sostuvo tanto tiempo y me parece que eso es lo que sucede porque te conocés tanto que resaltás las virtudes y los defectos están incorporados y uno entiende que es así y el saldo es 98% positivo. Básicamente me parece que tocamos una música que conocemos muy bien, nos conocemos entre nosotros y después, objetivamente hablando, sobre mis compañeros digo que son tremendos músicos, pero tremendos en serio y también tienen un nivel de compromiso y de entrega por lo que hacemos, que a mí me conmueve y lo digo también porque hay que estar 20 años en un proyecto que no lleva tu nombre. Entonces yo creo que es algo en lo que se mezcla el factor musical con el factor humano, que en este caso es indivisible.

«20 años tocando juntos es realmente como ser una familia». Foto: Sebastián Pappalardo

-¿Cómo describirías la mecánica del grupo?

-Yo escribo la música pero lo que yo escribí no es lo que suena sino que está todo tamizado por la percepción de ellos, por el talento que tienen y por los arreglos que aportan. Porque también eso es así, yo arreglo algunas cosas pero en los ensayos, en los conciertos, ellos lo van moldeando y se mandan, y yo feliz de la vida. O sea, ellos le aportan muchísimo a la música, más que un arreglo puntual. Y eso es lo que sucede después de 20 años, por eso creo que nos seguimos eligiendo y tocando juntos y porque cada vez que tocamos es como una celebración y también como un milagro porque ellos tocan mucho con mucha otra gente.

-¿Cuánto cambió la idea original del terceto en relación a cuando empezaron a balbucear el armado del proyecto?

-La idea maduró más que cambiar. La perspectiva que tenía en ese momento concreto era liderar un trío, pero no me animaba, no me sentía preparado todavía como para llenar el rol que tiene que llenar un guitarrista en una formación de este tipo para desarrollar composiciones propias que tuvieran este bagaje argentino. Ahora visto 20 años después, creo que superó mis expectativas porque siento que aprendí muchísimo y me gusta cómo suena ahora y cómo fue madurando.

-¿Cómo se te ocurrió la idea de este viaje por la música argentina desde la perspectiva del trío?

-Por un lado por el abordaje desde la improvisación eléctrica y también porque como bien me señaló mi amigo el escritor Pablo Ramos (autor de novelas como El origen de la tristeza, Cuando lo peor haya pasado, La ley de la ferocidad, El sueño de los murciélagos, Hasta que puedas quererte solo y El origen de la alegría) implica un colectivo por todos los paisajes de la música argentina, un guiño que además de lo musical incluye el hecho de que él conoció a mi abuelo, Julio Rolón, que era colectivero de la línea 28 y por eso usamos una foto de él con su micro como portada de este disco.

-¿Tu abuelo fue un personaje influyente?

-Sí, totalmente. A mí lo de la música me viene muy de ese lado ya que Julio terminaba los recorridos y saludaba, se tomaba unos mates e inmediatamente se ponía a escuchar música en el combinado. Era fan de la orquesta de Juan D’Arienzo, pero además le gustaban Los Chalchaleros y Atahualpa Yupanqui y tenía unos gustos medio sofisticados y un montón de vinilos que heredé

 

Guitarras y notas en contexto

“Al presente lo vivo tratando de no encerrarme y de no ponerme triste, lo cual no quiere decir que no esté atento a lo que pasa o que no me afecte o que piense que está todo bien. De hecho, pienso que está todo bastante mal, pero no quiero entregar mi felicidad, mi capacidad de generar cosas y de trabajar y de componer. Si bien tengo muchísimo menos trabajo que antes, quiero seguir siendo creativo pese a que la situación es crítica y mucha gente directamente la está pasando horrible”, monologa Snajer cuando aborda la realidad argentina, un presente en el que, además, del trío, lo encuentra sosteniendo un dúo guitarrero con Matías Arriazu y llevando al vivo la experiencia televisiva de Notas de paso.

-¿Cuál es tu balance de la década haciendo Notas de paso en televisión?

-Hicimos 120 programas y lo disfruté un montón y realmente aprendí mucho en el sentido musical y en el sentido de cómo producir ese tipo de formatos, sobre cómo ser preciso, cómo maximizar el tiempo, cómo llevar adelante la nota. Pero en lo musical, que es lo que más me importa a mí, pude tener mano a mano a gente muy admirada como Raúl Carnota, por ejemplo. Lamentablemente este año se levantó pero ojalá en algún momento vengan tiempos mejores y vuelva.

-Por el momento decidiste hacerlo en vivo en Café Vinilo…

-Sinceramente estaba intrigado sobre qué iba a pasar, pero estuvo muy bueno y ayudó muchísimo el hecho de que Julieta Laso –hasta el momento la primera invitada- es terrible cantante y terrible artista, además de ser un amor de persona. Así que la primera experiencia fue muy auspiciosa y salió redondita en una hora donde pudimos balancear la charla con que se tocó.

-¿Por qué otros lugares anda tu guitarra?

-Sigo trabajando en dúo con Matías Arriazu y recibimos la invitación de Juan Falú para ser parte del festival Guitarras del Mundo en octubre, aunque claramente sin la actividad de 2024 que fue un año en el que tocamos como locos incluso por Europa. Y en otro plano también apareció otro dúo con Lucio Balduini que es un inmenso guitarrista de jazz.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *