¿Cuál es la importancia de la obra de Walsh en la continuidad de la memoria popular? Sin dudas, fue una rebelde a la hora de pensar el folklore, la palabra, la sensibilidad. Con una enorme capacidad de trascender las épocas y las edades, su pluma lúcida supo mezclar humor y profundidad de manera única. 


Con ella -y por ella- se conoce todo el poder que tienen la palabra y las imágenes. “Lo verdaderamente importante en el hombre es la parte de él que todavía no comprendemos”, dejó escrito el genial dramaturgo irlandés George Bernard Shaw. Y es así, tan aplicable al mundo de María Elena Walsh, la artista que vivió en cada uno, sembró a la poesía con fantasías, transitó el mundo al reparo de corazones desarraigados, denunció con sutilezas el poder impertinente y cantó de cara al sol, de cara a la vida, con un nudo en el pañuelo. ¿Hasta dónde abarca el continente folklórico de María Elena? La artista nacida en una casa -hoy convertida en un maravilloso museo- de Villa Sarmiento, un barrio moronense lindante con Ramos Mejía, ingresó al mundo de las artes cuando la década del 60 transitaba su tiempo de esplendor cultural, erigiendo con su genio creador un espacio que se convertiría en patrimonio. En aquel rincón de infancia sonaba el violonchelo y el mandolín, se cultivaba un idioma que mezclaba el castizo con los sones de la pampa húmeda y la música de los trenes cuando avisaban su llegada a la estación, ubicada a pocos metros. Ahí comienza el periplo que atravesó amaneceres, que asumió desafíos de época; ahí  se inauguró un tiempo luminoso, cargado de enigmas, que supo ser jeroglífico para los descreídos y certeza para inventivos.

 

Hace muchos años que te fuiste

y sin una lágrima te despedí.

Como el argentino de los tangos,

te quedaste solo en París

y ya lo canjeaste por neblina

al sol de tu país.

Hace muchos años que te quiero

y hace muchos más que te olvidas de mí.

Dicen que no vas a volver nunca

y tal vez yo no vuelva allí.

Te veré una noche por Corrientes

esquina Rivolí.

Cuando un amigo se va

nadie nos devolverá

todo el corazón que le prestamos,

tanta compartida soledad.

Un amigo nuevo no es lo mismo, Pepe,

nos quiere por la mitad.

Todo cambia desde que te fuiste,

ya los argentinos no somos así.

Estamos mirándonos por dentro

y olvidándonos de París.

(Zamba para Pepe)

 

En el caso de la Zamba para Pepe, la autora diseñó una obra cargada de nostalgia y reflexión sobre la amistad y el paso del tiempo, describiendo la relación con un amigo que se ha ido hace muchos años, dejando un vacío que no puede ser llenado. En sus letras, Walsh también abordó el dolor de las pérdida. Aquí, la frase «Un amigo nuevo no es lo mismo, Pepe nos quiere por la mitad” describe a la amistad como algo irreemplazable. En el recorrido de la obra folklórica de Walsh aparece la intencionalidad de haber ido al rescate del olvido de la poesía tradicional. “Nos han machacado el malentendido de que sólo tiene validez la cultura elaborada por el individuo ilustrado, de que la obra anónima y colectiva merece una atención de compromiso o un tácito desdén», escribió en la revista Sur, denunciando su preocupación frente a la imposibilidad de integrar los orígenes del folklore del noroeste argentino en las escuelas porteñas. “Creo que el niño ama especialmente lo que no entiende. Hace poco que aprendió a hablar, y se supone que no sólo aprendió para expresar sentimientos y necesidades, sino que también aprendió a hablar por hablar, a enamorarse muy temprano del simple sonido de las palabras y de sus posibilidades de juego. Es la misma edad de los pueblos primitivos, que usan la palabra con un sentido mágico o como conjuro… La poesía primitiva- del niño o de los pueblos- está siempre llena de sonsonetes, de estribillos, de onomatopeyas y sonidos incomprensibles. En el folklore, los juegos verbales han sido aprobados y decantados por la sabiduría de generaciones. Y un auténtico poeta puede recrearlos o inventar otros también, gracias a su prolongado uso del idioma. Creo que todos los sonsonetes tradicionales, el repertorio de refranes y cantilenas folklóricas siguen teniendo una vigencia y un sentido profundo que el Jardín de Infantes debe preservar”, afirmó en la nota Vox Populi, impresa en la revista fundada por la escritora Victoria Ocampo.

“En la música de María Elena Walsh, de manera muy lúdica, estaba presente como todo el mapa folclórico argentino, principalmente en algunas composiciones, por ejemplo la Chacarera de los gatos. En otros casos, como La baguala de Juan Poquito, está muy presente ese mapa. En ese camino que transitó con Leda Valladares también se empapó de toda la música del país. Pienso también la conexión con Violeta Parra, que también hizo ese camino de recopilar, cantar canciones del pueblo y después componer a partir de eso, mezclando, tomando esas voces, tomando esas rítmicas y usándolas para sus propias composiciones. María Elena también tuvo eso. Una de las cosas más revolucionarias fue la música que hizo para infancias. Si bien se destacó en la música para adultos, o en la poesía, o en cuentos, ha marcado tantas infancias que eso es lo que más pensamos cuando nos referimos a María Elena. Pero creo que fue muy importante su trabajo con el folclore ya que lo incorporó en toda la música que escuchamos de ella. Está presente”, le dijo a De Coplas Georgina Hassan, cantante y compositora. Georgina -hija de Alberto Hassan, integrante Opus Cuatro- consideró también que “es muy importante que los niños y las niñas sigan escuchando la música de ella y asimilando el folklore”.

Por su lado, Sara Chara considera que “las canciones de María Elena Walsh fueron rebeldes y renovadoras para el cancionero folklórico: fusionó los ritmos argentinos con otros géneros musicales, rompió con las estructuras tradicionales y renovó la música popular de manera única”. Hizo un gran aporte también en las letras, reflejando cuestiones sociales, denunciando, en contra de la represión, de la hipocresía, todo con una poesía impecable y bella», dice la cantante desde Basilea, Suiza, en medio de una gira europea. “Su música formó y forma parte de mi vida desde la infancia, atravesó todas mis épocas. De muy chica escuchaba los discos en vinilo en mi casa de Santos Lugares y cantaba arriba de su voz, creo que aprendí a cantar de esa forma y algunas canciones quedaron para siempre en mi. A mis hijos les canté siempre sus canciones y como docente las sigo trabajando, haciendo arreglos de voces para canto grupal, en actividades diferentes para enseñar música y me sigo sorprendiendo de la belleza poética y musical de María Elena”, agregó.

Tomando al disparate y al absurdo como un motor generador de su prosa y más aún de su poesía, Walsh se aferró a las raíces folklóricas. En un tiempo en que la música estaba atravesada por las herencias, el tango y el folklore se habían escabullido en los sonidos de la infancia y con el paso del tiempo. María Elena consolidó lo telúrico y lo autóctono, nacido en un ambiente de aire puro. «Todas las mañanitas / del mes de enero / me amanecen las uñas / sobre los dedos / A la orilla del mar / estaba un sapo desnudo, / poniéndose las espuelas / para montar un peludo. / Cuando pasé por tu casa, / estaba un cuero colgado, / Yo le dije: ¡buenas tardes! / Y el cuero quedó callado», escribió María Elena y expone al disparate conceptual con la copla, a la sonoridad con el ritmo folklórico, al juego con el lenguaje como característica.

 

Porque me duele si me quedo

pero me muero si me voy

por todo y a pesar de todo, mi amor

yo quiero vivir en vos.

Por tu decencia de vidala

y por tu escándalo de Sol

por tu verano con jazmines, mi amor

yo quiero vivir en vos.

Porque el idioma de infancia

es un secreto entre los dos

porque le diste reparo

al desarraigo de mi corazón.

Por tus antiguas rebeldías

y por la edad de tu dolor

por tu esperanza interminable, mi amor

yo quiero vivir en vos.

(Serenata para la tierra de uno)

 

María Elena derribó clichés y se adentra en un lenguaje coloquial, construyendo un efecto novedoso y disruptivo al momento de publicarlos y darles forma musical. Desde siempre, el humor y la brevedad de la poesía folklórica española aportaron a la vigencia y la continuidad de la memoria popular, y la musicalización de los poemas aportaron un aire nuevo a la literatura de los años 60, ya que el tesoro folklórico dijo presente en la obra de Walsh. Por eso la inmensa repercusión que mantiene a través de generaciones. María Elena revaloriza a la baguala, a la vidala y a todo el andamiaje del folklore en sus jitanjáforas, sus adjetivos, sus verbos y su musicalidad. Walsh fue una cupletista que caló profundo en el imaginario popular. Será entonces por eso que quienes vivieron su arte, les transmiten ese folclore a sus hijos o a sus nietos. O se lo legan, como suele suceder con quienes llevaron la tinta en sus venas.

 

Foto de portada: Sara Facio

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