Charo Bogarín es sin dudas una referente en el canto y la difusión de la música originaria. Como música, como actriz o funcionaria, la artista hace años se dedica a investigar y hacer circular la memoria de sus ancestros.


Indagar  en el canto profundo de Argentina, en el canto originario, en las raíces de nuestros pueblos, nos llevó inevitablemente a charlar con una de las mayores referentes actuales de la música de raíz folklórica con anclaje en los pueblos originarios: Charo Bogarín. Ella fue pionera en unir músicas folklóricas con lo tecno, desde un uso innovador de las lenguas ancestrales. Es multifacética, actriz, gestora cultural, periodista, comprometida con lo público, música y militante de la cultura popular.

Nacida en Clorinda, Formosa, se crió en Resistencia, en la Provincia del Chaco, y hoy está radicada en Buenos Aires. Desde ahí sigue haciendo su camino en la labor cultural de sus planes artísticos. Charo cuenta ya con una larga trayectoria en la música, tanto con su obra junto a Tonolec como su camino solista, además de participaciones numerosas en distintos proyectos. En esta entrevista hacemos un repaso por su trabajo musical y en especial su labor en defensa de las comunidades originarias.

– ¿Cómo fue el camino para cantar con Tonolec las canciones del coro qom Chelaalapí? ¿cómo se iniciaron en esa línea que fue disruptiva en su momento: unir la música electrónica con lo folk y los pueblos originarios?

Tonolec comienza en pleno siglo XXI, aún siendo periodista en Resistencia (Chaco) y Diego Pérez estudiando la carrera de música en Córdoba, nos conocimos ambos y formamos el dúo. Nos gustaba mucho la música electrónica de fines de los noventa y tomamos ese espíritu fusionándolo con el folklore de raíz más profundo. Encontramos que la música tribal se empataba perfecto con la música electrónica, de manera que aplicamos esa fórmula pero con una bajada local, desde nuestro territorio. Tuvimos y tenemos aún la suerte de tener vigente al Coro Qom Chelaalapí, una bandada de zorzales que toma como misión difundir el legado de sus ancestros y que está activo desde 1962, en Chaco. Nosotros acudimos a ellos para aprender los primeros cantos en lengua ancestral que versionamos en nuestro primer álbum en 2005 y ellos nos abrieron sus brazos. Hicimos giras juntos y llegamos a actuar en Cosquín invitando a subir al Coro Toba. Fue novedosa la propuesta y muy bien aceptada. Empezamos con un concepto de unir dos universos musicales y nos mantuvimos firmes en esa línea.

– Cuándo tomaste la decisión de cantar en lenguas originarias, ¿lo sentiste como una reivindicación y resistencia de la identidad cultural de los pueblos de Chaco y Formosa?

– Fue un hecho artístico el decidir cantar y componer en lengua qom o lengua guaraní para Tonolec. Fue parte troncal en el concepto de integración de dos mundos que manejamos con Tonolec para definir la sonoridad de nuestro proyecto. Paralelamente, mi ADN nativo se despertó como mujer guaraní que soy, reconociéndome en esos paisajes y transitándolos cómodamente. Noté que tenía facilidad para escribir en lenguas ancestrales y cantar esas canciones. De repente estábamos siendo difusores de las culturas relegadas de Argentina, mostrándolas desde el orgullo, desde lo que tienen y no desde lo que les falta. Este cambio de miradas y estar alineados musicalmente con los nuevos paradigmas que se plantearon a principios de siglo como la inclusión, la mixtura, la fusión de géneros musicales, posicionó a Tonolec como un estandarte de esta nueva mirada para con nuestras culturas originarias.

Constantemente trabajas en cuestiones de pueblos originarios de nuestro país y Latinoamérica, tanto desde la música como desde el documental y otras actividades culturales como la gestión pública; ¿de dónde te viene ese llamado? Además sos tataranieta del cacique guaraní Guayraré.

– Mi padre fue una guía sin dudas en este camino elegido y mi madre también desde su presencia y lugar de sobreviviente. Heredé el temperamento de ambos, soñadora e idealista como mi padre y pragmática y decidida como mi madre. De la sangre indígena que corre por mis venas es evidente que lo porto con mucho orgullo y siempre mis acciones están dirigidas a difundir y defender nuestra cultura ancestral. Trabajar desde principios del siglo XXI con los cantos en qom y guaraní, mis rasgos identitarios, el folklore argentino, ha hecho que me llamaran luego a interpretar roles de heroínas culturales como Aimé Painé y Martina Chapanay en el cine y la Televisión, así como a conducir documentales con temática indígena como Cautivos de la Ciencia en canal Encuentro. Asimismo en la gestión pública que me toca dentro del INAMU, mi mirada está puesta en la música patrimonial, su resguardo y difusión. Es un llamado de la sangre indígena que llevo, sin dudas.

Te vi en Cosquín cuando actuaste como La Charo por primera vez, estuve en la Conferencia de Prensa, sentís que con el tiempo fue aceptada tu propuesta dentro del ámbito folklórico? Hoy creo que ya nadie discute tu pertenencia al canto popular de raíz folklorica pero al principio habrá sido difícil no?

– Creo que el camino de La Charo en cuanto aceptación de la gente fue allanado por la propuesta de Tonolec. Recuerdo que lo más disruptivo fue Tonolec dentro del folklore nacional a principios del siglo, y la primera señal masiva de aceptación y cariño de la gente, la tuvimos en 2007 cuando aparecimos en la Próspero Molina con nuestra propuesta de electrónica con cantos nativos y folklóricos e invitamos a subir al coro qom Chelaalapi que fue ovacionado por  la multitud. El camino ya fue allanado desde ese hito. Fuimos una propuesta moderna con identidad, con color local, con ancestralidad, con compromiso y causa. Por mi parte, siempre sentí el cariño y aceptación de la gente para con mi música y lo sigo sintiendo con mi propuesta solista como La Charo. Soy privilegiada en ese sentido. Tengo una manera de decir y proponer diferentes estéticas musicales que empatizan con las personas, que me vienen siguiendo desde aquellos tiempos. No trato de imponer nada, sólo muestro lo que soy capaz de hacer y lo disfruto.

– En el INAMU creaste la Fonoteca de Arte Sonoro Indígena, que incluye el trabajo de integrantes de  las comunidades de Pueblos Originarios de Argentina que cantan en su lengua ancestral. ¿Es necesario el apoyo del Estado para defender esas lenguas y cantos ancestrales?

– El apoyo institucional es necesario claro, desde lo público e institucional. Nosotros lo hicimos desde el Instituto Nacional de la Música, que es un organismo de fomento público pero no estatal. Me llevó más de 5 años armarlo con músicos/as de las mismas comunidades que tienen su lengua ancestral revitalizada a través del canto. Hoy podemos tener acceso a los cantos en lenguas originarias en un click. La Fonoteca de Arte Sonoro Indígena es un reservorio en formato digital de cientos de cantos de las culturas qom, wichi, kolla, mbya guaraní, charrúa, chaná, huarpe, tehuelche, ranquel, mapuche y Selk´nam y el año pasado incorporamos  además el Canto con Caja donde estamos relevando el canto de las abuelas y abuelos y el de las nuevas generaciones. El objetivo del armado de esta Fonoteca fue el de difundir nuestras músicas de Pueblos Originarios. Dentro de los sectores vulnerados en la industria musical pusimos foco en la música patrimonial y nos encargamos de difundirla. Esta es una de las tantas actividades del Instituto del cual soy parte del directorio, que representa a casi 100 mil personas músicas de Argentina, brindando herramientas para que desarrollen su actividad musical.

– En cuanto a la vestimenta que te distingue de otras propuestas folklóricas o musicales de la escena nacional, ¿qué nos podes decir?

– Mi vestimenta tiene que ver con el universo fantástico de historias y leyendas de nuestro folklore argentino. Me gusta la moda, me gustan los tocados, me gustan los zapatos, me gusta el maquillaje, entonces siempre busco diseños y diseñadoras/es  y estilistas que representen en mis vestidos, en mi cabello, en mi rostro, lo orgánico, lo electrónico, lo terrenal y la fantasía de seres míticos que están dentro del folklore argento y ancestral. Elijo la paleta de colores con la cual quiero trabajar y después dejo que los profesionales trabajen en ello. Entiendo que el escenario es un lugar sagrado de encuentro con mi público y trato de mimarlos desde lo sonoro pero también desde lo visual y estético. Introducirlos a ese universo mágico de la música que hago, desde todos los sentidos.

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