La reconocida instrumentista y compositora de 37 años es nómade por excelencia. Aquí habla de su sonido disruptivo, sus distintas formaciones, sus nuevos discos y sus sueños por cumplir: “Cada año suceden cosas que no hubiera imaginado”.


El saxo tenor se eleva buscando tonos intangibles. Capta enigmas del jazz y nítidos senderos de soledad; va surcando lo electroacústico y se renueva, a la par de otros instrumentos y formaciones, en territorios y colores sin adjetivos. Camila Nebbia abre los ojos y regresa de su trance a la conexión terrenal con su vuelo instrumental. La saxofonista, compositora y artista multidisciplinaria de Argentina, radicada en Berlín, capta las diversas tramas sonoras en sus manos y en sus labios y dice: “Viajar y estar en movimiento me mantiene en busca de nuevos desafíos, para comunicarme más honestamente con mi arte y conmigo misma”.

¿De dónde proviene su mayor inspiración con el saxo? “De todo lo que me rodea: de las ciudades que visito, la gente que conozco, los sonidos de cada lugar y las experiencias de estar de gira”, dice Nebbia, de 37 años, tan prolífica como expansiva. Editó múltiples discos y singles, prepara más para este año y el que vendrá, y jamás olvida su tránsito por numerosos mapas hasta llegar a Alemania: “Me fui de Buenos Aires hace cinco años y llevo casi tres en Berlín -cuenta-. Antes pasé por varias ciudades, y, cuando llegué, supe que Berlín era el lugar para mí. Me atrajeron su diversidad cultural, su carácter internacional y lo abierta que es la gente de la comunidad artística”.

Camila Nebbia. Fotos: Dovile Sermokas

¿Cómo subsiste Camila Nebbia? “Me mantengo tocando conciertos en Berlín y en diferentes ciudades de Europa -repasa-. Trabajo con grupos estables que fui formando desde mi llegada, así como con formaciones más espontáneas que se crean para conciertos específicos”, dice. Y, saxo en mano, afina lo soñado y lo realizado en un mismo puente de revelaciones cotidianas: “Migrar, viajar y estar de gira constantemente era algo que deseaba muchísimo -confía-. Cada año suceden cosas que no hubiera imaginado y que terminan superando todo lo que voy soñando”.

Ya habrá tiempo para desplegar sus planos sonoros con colegas y amigos a la par. Ahora Nebbia busca pensar en qué estilos disruptivos, dentro y fuera del jazz, se considera más influida con el saxo: “Siempre me sentí entre mundos y creo que eso me da una flexibilidad y una tranquilidad que me permiten adaptarme y cambiar cuando quiero. Dentro de esos mundos están la música improvisada y también la música original y compuesta, explorando lo acústico y lo electroacústico”, delimita.

Desde el enorme barrio berlinés de Kreuzberg, cerca del Parque Tempelhof, Camila Nebbia expande su vibración musical a otros puntos de Europa en giras y discos estratégicos. “No tengo manager por ahora -explica-. A veces me invitan a tocar o recibo mails; otras los envío yo; a veces son grupos y trabajamos en equipo. Es muy variado: algunos grupos tienen manager y yo toco con ellos. Pero depende mucho del proyecto”.

Con una profusa discografía detrás, el 30 de mayo editó uno de sus trabajos más íntimos y reveladores. Se trata de Rastro o vacío, su cuarto disco de saxo solo: es experimental y conectado con su técnica, sus sentimientos y su misterio. Y las críticas en Europa ponderaron el riesgo y la entrega sin freno. ¿Cómo lo ve Nebbia? “Hacer discos sola es un incentivo para buscar nuevos colores, desafiarme a mí misma y compartirlo. En mi anteúltimo disco sola, Una ofrenda a la ausencia, yo ya venía explorando muchas formas de destrucción del sonido con mi instrumento, pero a la vez con mucha búsqueda melódica”.

Y en Rastro o vacío “quise tratar de ir a lo máximo que pudiera con esa indagación. Ahora tengo una propuesta para sacar otro disco sola, con un sello de Berlín, el año que viene. Entonces sigo maquinando hacia dónde voy a ir, porque a eso lo acompaño tocando sola en festivales de Europa”. Así, viene trabajando “en un set de cuarenta minutos, sin parar, de saxo intenso. Aunque también con distintas dinámicas. Esa es una de mis búsquedas, ahora, y los discos son un reflejo del proceso”.

En tanto, Nebbia editó el 20 de junio otro álbum, Exhaust, junto a Kit Downes en piano y a Andrew Lisle en batería. Son seis piezas y un total de cuarenta minutos: el tiempo se suspende, se abre el encuentro entre los tres instrumentos y la búsqueda avant-garde hace que la energía se expanda, se contraiga, genere impacto y retorne a su motor abstracto. ¿Qué planearon con Exhaust? “Se trata de un trío colaborativo y la búsqueda es ya más en grupo -dice Nebbia-. Aprendemos de cada uno y nos desarrollamos juntos. Justo el disco que grabamos fue la segunda vez que tocábamos. Y después de ello tocamos un montonazo; estuvimos bastante de gira y lo seguiremos haciendo. Con Kit Downes y Andrew Lisle vamos a grabar nuestro segundo disco en octubre, en Berlín. Estamos muy emocionados y crecemos paso a paso”.

Otro proyecto de Nebbia es el sexteto The Hanged One. ¿Cómo lo concibe? “Es música mía. En abril grabamos el primer disco y probablemente salga el año que viene. Con este sexteto busqué expresar mucha intensidad. Es un poco rockero, por breves momentos; suena medio punk rock experimental, pero para el lado del jazz, con música escrita y con mucha improvisación. Me interesó componer cosas que pudieran llevar para ese lado. También tiene sutilezas, porque me gusta escribir con muchas dinámicas, y al proyecto lo fuimos trabajando en grupo durante un año y medio. Me siento muy feliz con el resultado”.

¿Qué otro proyecto reciente fue definitorio para Camila Nebbia? “Hay uno que marca un momento muy importante y significativo en mi vida -revela-. En 2024 tuve la oportunidad de grabar con Marilyn Crispell (en piano) y Lesley Mok (en batería), en Woodstock. A Marilyn la conocí hace varios años gracias a una residencia en el CCK organizada por el conservatorio Manuel de Falla. Su calidez como persona y su apertura como ser humano me inspiraron profundamente. El disco que grabamos juntas, con Lesley, fue una experiencia única para mí”. Saldrá en noviembre “porque vamos a tocar en un festival en Suiza”.

Ese trío se aboca “a música improvisada. Había unos conceptos dando vueltas entre algunas partituras abiertas que yo aporté, también una de Lesley y otras ideas que fueron surgiendo en el estudio. Estoy chocha”, dice Nebbia. Y hace memoria en torno a otros trabajos por venir: “Tengo un dúo con Chris Corsano, él en batería y percusión, y sacaremos un disco en 2026. Hay otro trío con James Banner y Max Andrzejewski y en octubre de este año saldrá el disco. Ya venimos tocando hace un tiempo y presentaremos el álbum en algunos festivales. Después hay fechas con dúos, tríos y grupos nuevos que se van armando en el camino”.

“Me hace sentir bien estar en constante movimiento”. Fotos: Dovile Sermokas

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Una vida intensa

¿Qué siente ahora Camila Nebbia? “Que el público es parte de la música que se crea: su energía afecta un montón a lo que sucede. Y a todo lo hago de corazón. Es una forma de mostrar el mundo interior de uno”, capta la saxofonista y creadora, conectada con el secreto sonoro en su mente, en su cuerpo y junto a los demás. “Yo noto que en Berlín hay mucho público al que le gusta esta música y eso es fantástico -dice-. Hace poco vinieron dos amigas de visita, la pianista Pía Hernández y la trompetista Jeannete Nenezian, e hicimos una fecha juntas. Ambas no podían creer que el lugar estuviera llenísimo de gente interesada en serio por esta música. Y eso es muy lindo, porque muestra que hay espacio para estas creaciones. Y es un incentivo para seguir produciendo”.

Aunque “si no hubiera nadie que escuchara, lo haría igual, porque me gusta realizarlo -distingue Nebbia-. Pero no voy a mentir: está bueno que haya un circuito y lugares para tocar”. ¿Cómo funciona la parte más emocional de su arte? ¿Cómo la interpela? Ella reflexiona y concede: “Me gusta el equilibrio de todas esas cosas, porque lo necesito. Puedo estar practicando muchísimo, a diario, porque me hace bien. Pero, después, salir a tocar y conectar con otras personas, músicos y público, es muy especial. Y escribir música es otro proceso. También amo estar en estudios: me parece hermoso”.

Entonces Nebbia piensa qué fue lo más conmovedor que le ocurrió en el transcurso de este año: “Estar viajando a cada vez más lugares. Estuve con más movimiento y eso me cambió un montón como persona. A la par, disfruto de los momentos de tranquilidad en casa y busco cuidar esos espacios. Trato de mantener una vida saludable: a veces hago tantas cosas que la tranquilidad se me pasa un poco. Es que todo pasa tan rápido que uno ya se olvida de lo esencial”.

Pero no pierde conexión con su doble formación argentina: Camila Nebbia se graduó en la carrera de saxofón clásico en el Conservatorio Astor Piazzolla, estudió la carrera de jazz en el Conservatorio Manuel de Falla y la de dirección cinematográfica en la Universidad del Cine. Luego profundizó sus estudios en Europa y de ese plano combinado extrajo otro deseo: “Hago películas experimentales en Súper 8 y en abril pude cumplir el sueño, en Berlín, de hacer un concierto combinando mi música con mis visuales. Fue muy significativo”.

En su cotidianeidad se expande esa inspiración: “Siempre estoy haciendo películas y es algo que va a otra velocidad que la música. Hace poco fui a buscar unas películas nuevas y eso me dio incentivo para seguir explorando. Me lleva mucho tiempo a otro nivel: estar pintando sobre el film, dejar que se seque, pintar otro más, después escanear y ver qué sale. De ahí obtengo muchas tapas de mis discos, como la de Rastro o vacío, por ejemplo”. La clave está en el tiempo: ¿cómo se organiza Nebbia para hacer convivir todos sus anhelos? “Es una buena pregunta, porque todavía lo sigo descifrando. Busco tener un balance saludable. En Berlín tengo un espacio para practicar, veo gente amiga, toco en conciertos, voy a escuchar música y después estoy de gira lo más que se pueda”.

Y piensa en esa rutina itinerante: “Son muchos trenes, aviones; llegar a lugares, ir y venir con lo mínimo. Cargo el saxo y al mate no me lo olvido ni loca. Pero rara vez me quedo dos o tres días en algún destino. Todo es muy de paso. Entonces, cuando estoy en Berlín, aprendo a bajar un cambio. Antes volvía y estaba con la misma intensidad acá también. Me llevó un tiempo darme cuenta. Aunque igual vivo una vida intensa, porque siento que es lo que me gusta”.

En su faz de gestora cultural, Nebbia plasmó otro camino: “En 2024 lanzamos un sello discográfico, Lilaila, junto a María Grand y Marta Sánchez. Publicamos nuestro disco grabado en Basilea con ellas dos, Kanoa Mendenhall y Yago Fernández. Crear este proyecto con amigas a las que admiro tanto fue para mí una celebración de la amistad y de la posibilidad de llevar a cabo algo juntas”, dice. Y el proyecto “va creciendo de a poco. Empezamos por sacar nuestros discos para armar una base y lograr un ritmo como sello. En el futuro sería muy lindo abrirse a que más artistas sacaran sus discos por Lilaila. Pero es un montón de trabajo, así que vamos de a poco”.

Ante todo “me hace sentir bien estar en constante movimiento”, sabe Nebbia. Y de su memoria brotan más concreciones para el tiempo cercano: “Tengo otro trío con el bajista Michael Formanek y el baterista Vinny Sperrazza y vamos sacar este año una grabación que hicimos en vivo, en 2024, en Oslo, Noruega. A ver qué más me acuerdo… Después tengo un trío nuevo con Sylvain Darrifourcq y Gonçalo Almeida: un baterista francés y un contrabajista portugués, con quienes tenemos un trío nuevo que se llama  Hipomaniac, y este año grabamos un disco en Grecia. En 2026 estaremos de gira, presentándolo. Por ahora me acuerdo de todo eso”.

En el verano de 2025, Nebbia había estado en Argentina y, entre conciertos y grabaciones, reconectó con músicos locales. “Todos los proyectos que realizo cuando paso por Buenos Aires son importantes para mí -cuenta-. Es lindo compartir música con amigxs que conozco de toda la vida. Uno de ellos fue grabar con Luis Nacht, junto a Jero Carmona y Fermín Merlo. Con Luis nos conocemos hace más de quince años. ¡Toda una vida! Y eso, sin dudas, se transmite en la música. Regresaré a Buenos Aires en diciembre y ya tengo varias fechas. Se vienen muchas cosas muy interesantes”.

¿Hay algún sueño aún no cumplido para Camila Nebbia? “Claro, hay un montón de artistas con los que me encantaría tocar. Podría hacer una lista de sueños”, dice. Y se retrotrae a su formación primigenia en Buenos Aires: “En Argentina ves las ganas de hacer cosas que tienen todos, a pesar de que no haya plata. Pero realizarlas con el corazón es inigualable. Yo aprendí muchísimo de tocar con gente amiga. Esa es una de las cosas más valiosas que siempre me llevo de Argentina y que extraño: la pasión por estar creando”. Y además lo capta en el ámbito del cine: “En su momento quizá no lo veía porque estaba muy estresada estudiando dos cosas a la misma vez. Pero cuando terminé me di cuenta de lo importante que había sido esa educación para mí”.

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