Los Copla cumplen 40 años de música. Santiagueños ambos, su trayectoria es un hito en la escena folklórica argentina. Editaron una docena de discos, ganaron premios y giraron por el mundo difundiendo la música de raíz folklórica. Una guitarra, un bombo y sus dos voces, les alcanzó siempre para mostrar el alma.


Julio Paz y Roberto Cantos celebran este año cuarenta años de historia del proyecto artístico que sigue siendo ejemplo de raíz firme y búsqueda permanente de nuevos repertorios. “Raíz rural, ramas urbanas”, “coplas de ayer y de hoy”, “mística y sentimiento”, son algunas de las definiciones y elogios utilizados al referirse a Coplanacu. Sosteniendo la tradición de la música santiagueña, a los temas del cancionero popular de su tierra, el dúo le suma obras de Roberto Cantos, con  belleza y posturas firmes.

Ambos nacieron en Santiago del Estero y se conocieron en Córdoba. En los años 80, sin planificación, se fueron encontrando naturalmente. Primero, siendo solistas, se cruzaban en ámbitos por donde circulaban artistas locales  jóvenes y estudiantes: Tonos y Toneles, Bar del Francés, las peñas del Comedor Universitario, entre otros.

Como dúo, la primera actuación en Córdoba tuvo lugar en El Carillón, el 5 de mayo de 1985. Ese mismo año, tocaron por primera vez en Santiago del Estero, en el aula magna de la Universidad Nacional. No tenían nombre aún cuando ya la prensa los destacaba. El contexto ayudaba, eran tiempos de retorno de la democracia y la música popular recuperaba protagonismo.

Registro del primer recital de Los Copla, el 5 de mayo de 1985.

Se auto-bautizaron Coplanacu, una palabra compuesta o mestiza que mixtura el castellano (copla) con el quichua («nacu»:  sufijo que significa encuentro, reciprocidad, comunicación). «Reciprocidad de la copla» o «copla de ida y vuelta», era la idea que querían transmitir.  “El sentido de llamarnos Coplanacu, es que la copla es verdadera cuando es popular y es popular cuando nace de la gente hacia los cantores y los cantores la devuelven cantando a su pueblo” , explicaba Roberto Cantos.

Julio Paz nació en la capital de Santiago y vivió su infancia en Quimilí, en una zona de monte. El tenor y bombisto heredó de su madre el gusto por cantar. Trabajando en simultáneo como artista plástico, fue solista, integró varios grupos. Formó parte de Los Rundunes, el repertorio era romántico, pero le tiraba más lo norteño. Al medio año de irse del grupo, conoció a Roberto. Además del canto y la percusión, una de sus mayores virtudes es el modo fluido de comunicarse con la gente.

Roberto Cantos, barítono y médico, nació y se crio en Santiago escuchando a su padre tocar la guitarra. En los 80,  siendo estudiante de medicina, vivía en el  barrio Clínicas de Córdoba. También vivió un tiempo en España. Retiro al norte, Mientras bailas y Canción de fuego también son temas que le pertenecen.

La oncena, incluida en el primer registro, era el  primer himno de un repertorio en el cual el dúo ya mostraba las composiciones de Roberto. En abril de 1991, publicaron el primer material en formato de cassette, luego reeditado en CD. En ese trabajo estaba claro el sello, el estilo y los objetivos que sostienen actualmente. Allí, Roberto aportó Vidala del monte, Pájaro lluvia y Pa’ no esconderme, clásicos del dúo.

Los Copla nunca cedieron a la tentación de las modas, sostuvieron firme la identidad. “Somos un eslabón entre lo de antes y lo de ahora. No transamos con el sistema, estamos en el sistema”, sostiene Julio desde el inicio. En aquellos tiempos fundacionales, Roberto respondía: “puede sonar soberbio, pero en vez de mostrar voces, lo que nosotros mostramos es el alma”. Y, ya con perspectiva, más adelante agregaba que “éramos militantes perros del purismo folklórico, con el tiempo entendimos que la amplitud de criterios es fundamental en esta actividad”.

En los 90, la popularidad del dúo fue creciendo notoriamente. La propuesta comenzó a circular masivamente y, en esos años, el plan se enriquecía con el arte de dos protagonistas más. Rafa Touriño Cantos, artista plástico santiagueño, producía el arte de los discos y creaba las escenografías de los shows y las peñas, se transformó en una pieza fundamental de la mística y un inseparable compañero del camino.  La violinista cordobesa Andrea Leguizamón se unió musical y sentimentalmente a Roberto. Si bien estudió violín desde los 13 años en el Conservatorio de música clásica, Andrea se copó con el folklore y en 1992 se sumó a Los Copla.

En 1986, Coplanacu debutó en Cosquín, el festival mayor de América. Ese año, el festival celebraba las bodas de plata con la presencia imponente de Yupanqui en la primera luna. Una década después, Los Copla inauguraban su mítica peña que, durante las noches de festival, ofrecía su espacio a valiosos artistas emergentes, muchos de ellos marginados de la programación central.

En 1999, además de su actuación, formaron parte del homenaje a Yupanqui junto a Santaires y Laura Albarracín. En el 2000, en la 40ª. edición, el festival volvió a manos de la Comisión de Cosquín luego de dos años de fallidas experiencias de privatización.  Los Copla actuaron la primera noche con notable éxito, apuntalados por el público que todas las noches colmaba también su peña. En esa edición, recibieron el Premio Consagración, logro compartido con Luciano Pereyra.

Portada de su primer disco: Dúo Coplanacu (1991).

El andar firme produjo el primer desembarco importante en Buenos Aires. El 10 de noviembre del 2001, a dieciséis años del inicio del proyecto, juntaron dos mil espectadores en el Teatro Coliseo en un show que tuvo como invitados a Marcelo Perea y Pablo Aznarez. Ya habían quedado en el recuerdo aquellos primeros toques en espacios alternativos  para menos de cien personas.

El 2002 fue el año en que publicaron Guitarrero, un disco con sonido puro, sin cámaras, compresores o afinadores. La lista de temas incluyó Yo vengo a ofrecer mi corazón, el tema de Fito Páez que el dúo ya cantaba desde los 80.

Durante los años 2003-2004, Julio y Roberto se sumaron al seleccionado santiagueño La Juntada. El armado artístico los reunió con Peteco Carabajal y con Raly Barrionuevo y se grabó un disco en vivo y un DVD.

Cuando no eran conocidos aún, visitaron México y Bolivia formando parte de la propuesta de un ballet de Santiago.

En Junio de 2003, Coplanacu concretó su primera gira por España, organizada por un amigo y una productora ibérica. Durante un mes, ofrecieron once recitales en once ciudades. Cantaron para argentinos residentes y también para público español. En Jaén, por ejemplo, los españoles demostraron saber de ellos. En Valencia, cantaron en una feria internacional, compartiendo el evento con artistas de salsa, de música africana y cubana. Se encontraron con argentinos de todas partes, incluso de Río Ceballos, de Santiago y  hasta de Quimilí.

Para poder realizar la gira, debieron reprogramar las actuaciones en Argentina. Hicieron centro en Madrid y, con su presencia, reforzaron la estructura del sello ya que sus discos ya estaban en circuito de la world music. En el público español, por tradición musical, pegaron más las zambas que las chacareras.

En 2005 recibieron el Premio Konex de platino como Mejor grupo de folklore. Ese año publicaron Corazón sin tiempo, un disco en el que  incluyeron repertorio internacional con versiones de obras de Ketama (Pozo del deseo) y de Simón Díaz (Tonada de luna llena). Enriquecieron la propuesta instrumentando con piano, armónica, mandolina y contrabajo. Los Copla dedicaron este álbum a su compañero y guía Rafa Touriño, fallecido ese mismo año.

A los álbumes mencionados, hay que agregar Retiro al norte (1995), Paisaje (1997), Desde adentro (1999), El encuentro (2000, en vivo), La cantada (2004), Taquetuyoj (2008), El camino (2010), Mayu Maman (2015) y Los Copla (2019).

Durante este año 2025, el dúo celebra cuarenta años de historia. El festejo arrancó en Cosquín el domingo 26 de enero. Allí armaron un patio santiagueño, un fogón que tuvo como invitados a Raly, Peteco, Orellana-Lucca, Horacio Banegas y Néstor Garnica. En el escenario, recibieron la distinción de la Comisión y una interminable ovación del público que colmó la plaza.

Siempre alejados de las exigencias del estado y del mercado, Los Copla siguen siendo consecuentes en sus búsquedas. Con austeridad y simpleza, persiguen el alma de las canciones. Le cantan al paisaje y al hombre, con ideas claras, sin eludir el costado testimonial. “Para nosotros, lo importante no es ser panfletario, sino darle sentido a una canción”, dijo Roberto.

 

Foto de portada: Jéssica Córdoba para decoplas.ar

 

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