Hace casi veinte años Caetano Veloso daba inicio a lo que se conoce como “su trilogía rockera o minimalista”: (2006), Zii e zie (2009) y Abraçaço (2012). Tres discos geniales, eléctricos. Y, como cada trabajo suyo, de una sensualidad de autor. De Coplas vuelve sobre aquellas obras fundamentales de la música popular de la región para reafirmar lo ya sabido: esas obras no hacen otra cosa que encumbrar, aún más, al bahiano.


Cuando todos se despertaron, Caetano ya estaba ahí.

Esa brevísima línea que da comienzo no existe. Mejor dicho, no es, sino, un guiño al famoso microrrelato de Augusto Monterroso. Pero, ya ven, da en el punto. Porque lo cierto es que Caetano pareciera estar ahí desde siempre.

De hecho, lo está. Desde que el samba es samba.

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En algún punto del 2000, como si, a la vez, despidiera el siglo pasado y le diera la bienvenida al recién llegado, editó Noites de norte. Le seguirían un trabajo en conjunto junto a Jorge Mautner, algunos vivos y compilados y A Foreing sound (2004), donde reversiona, sobre todo, estándares del llamado songbook norteamericano. Y así llega a , el trabajo fundante de este recorrido. Esta bendita trilogía.

Entonces, los tres discos desde el título, dejan al descubierto una obsesión, una búsqueda, un nervio que le late a Veloso: el lenguaje. Cierta deformidad. Acaso no son eso, cada uno, desde el título: «cê», una abreviación oral de «vocé»; «zii» y «zie», así es como se pronuncia tías y tíos en italiano; «abrazazo», un abrazo largo, un abrazón, grande, exagerado, una hipérbole inventada desde el puro lenguaje. ¡Mande Caetano!

A su modo, distintas maneras de nombrar el nuevo sonido buscado. Y encontrado.

A su modo, asumido en cierta posición de enunciación.

Seguía siendo Caetano, en esa época -y aún lo es, cómo que no- alguien que enunciaba. Que tenía para y por qué decir.

Aunque, en rigor de verdad, el propio Veloso definió este período, estas canciones: transambas y transrock se lee en la tapa y contratapa misma de Zii e zie.

Para ese nuevo sonido buscado y encontrado se armó y rodeó de una banda joven: Pedro Sá en guitarras y dirección musical, Marcelo Callado en batería y Ricardo Dias Gomes en bajo y piano Rhodes. Además, tuvo a su hijo Moreno Veloso como productor. Ninguno de ellos era un novato. Todos tenían ya cierto recorrido en la nueva escena musical de aquel país. Hay que ver algunas fotos donde están junto al Maestro. Todos, más aún Caetano, sonrientes.

En el Jornal do Brasil en 1977, a propósito de su disco Bicho, de ese mismo año, escribió: “el tropicalismo fue un pataleo contra un corral pequeño”1. A su modo, estos tres discos entonces: un pataleo breve contra ese corral enorme que es su discografía.

En una entrevista con la revista Bravo! dijo a propósito de : “Si hay gente que me ha seguido durante décadas, no hay razón para dejar de seguirme ahora. ¿Decepcionado? Simplemente deja de seguirme. No tengo ningún deseo de expandir mi audiencia. Quiero mejorar mi diálogo con quien sea que me escuche. Mejorar a menudo significa crear dificultades. Tal vez creas dificultades. Tal vez estas dificultades cambien la cara de las personas que me prestan atención. Eso me interesa”.

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Los tres trabajos se destacan, sobre todo, por un sonido seco. Urbano. Es esa apuesta musical mínima, vital. A partir de una paleta tímbrica que se destaca por su eléctrica austeridad: guitarras -también hay unas pocas criollas-, baterías y percusiones, bajo. Las teclas, cuando las hay. Y su voz, esos modos de decir tan propios de Caetano. Y su voz: por momentos, ingrávida y densa, mas no trágica, a la vez. Y su voz: vuela, busca la luz, la encuentra. La música, en plan minimalista, va a tierra, arrastra, por momentos mide en escala Richter. Sino, miren y escuchen todo lo que pasa, por ejemplo, en A cor amarela. Son poco más de dos minutos de un funkito. Con que poco se puede armar tremenda fiesta. En eso, varios discos de Brasil -¡y de Caetano!- dan cátedra. Y de García, nobleza obliga.

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, el primer movimiento. El chispazo inaugural y fundante de aquel sonido. El disco violeta. Violeta y poco más. Esa única palabra corta, cortísima, ese circunflejo. El desconcierto frente a tamaña belleza musical. La apertura con Outro, esa música, esos pasajes expansivos. Outro. Que al castellano se traduce como “otro” pero que también asigna la pieza final de una obra, el cierre. Así, entonces, Caetano daba comienzo a su nueva y breve etapa con un final. Con un cierre, con una fuga, con una huida. ¿Final de qué? ¿Y qué comienzo? ¿O recomienzo? ¿Fuga, huida, hacia dónde? Hacia el corazón mismo de la música de Brasil, quizás. La sensualidad, el sexo, la pronunciación y la música de las palabras, los pasajes confesionales.

El cierre con O herói. Licencia para citar un fragmento largo: «Nací en un lugar que se convirtió en una favela/Crecí en un lugar que ya lo era pero crecí de verdad/Me convertí en un gigante, valiente, inteligente/Apenas era un criminal Siempre quise todo lo que desmiente a este país sucio/Descubrí pronto que el camino no era subir a un podio mundial y convertirme en un atleta olímpico rico y solo/Sino fomentar el odio racial aquí/La clara separación entre las razas/Un ojo en la Biblia, el otro en la pistola (..:) Quiero ser 100% negro, estadounidense, sudafricano, todo menos el santo/Que la brisa brasileña lucha y se balancea (…) Soy el hombre cordial que vino a establecer la democracia racial/Soy el hombre cordial que vino a afirmar la democracia racial/ Soy el héroe/Solo Dios y yo sabemos cuánto duele».

Zii e zie, el segundo acto. La pregunta de cómo nombrar, cómo pronunciar ese título. La redundancia sonora. Un nuevo chasquido en la música popular brasilera. El nervio sigue enchufado. El disco de la tapa del paisaje como fantasmal -¿es Río, es ese mar, es de noche ahí? La firma del autor: apenas, un lacónico Caetano. Y los jóvenes que lo acompañan son los mismos, sólo que ahora tutelados bajo un nombre: bandaCê. Lo dicho, esa categoría que busca cierta aproximación, cierta definición, ese neologismo: transambas. Esa apertura con esa pieza tan rara y más hermosa aún que es Perdeu. Caetano poeta modernista, otra vez. Otra vez su voz, sus modos, un lugar, un teatro donde recostarse. La ambigüedad vocal. Canciones como joyas. Canciones elegantes, canciones finas. Canciones y canciones y más canciones de Caetano.  Abraçaço, el cierre. La despedida de ese sonido. Él en la tapa, rodeados de manos, de brazos, abrazado, una sonrisa sugerida. Sobre un fondo negro. Negro como el fondo de un escenario, de un teatro. Un adiós a ese sonido, la salutación final. «¡Oye! ¡Oye! Hoy te envío un abrazazo», canta Caetano en la que le da nombre al disco. Cierta melancolía. Algo de eso le dijo el propio Veloso a O Globo por aquellos días: “Por eso es que yo digo que, a pesar de ser pan duro, es un disco más alegre. Abraçaço, en cambio, tiene una melancolía que antes no tenía. Porque tiene rabia, incluso angustia, pero no melancolía. Y la canción más triste de es Minhas lágrimas, pero Estou triste es sin dudas la más triste de toda la trilogía”. El homenaje a Carlos Marighela en Um comunista: «Los comunistas guardaban sueños ¡Los comunistas! El Bahiano murió, yo estaba en el exilio y envié un mensaje/Yo que había muerto y el que estaba vivo/Pero nadie entendió/Vida sin utopía no entiendo que haya/Así dice un comunista».

La trilogía, pero sobre todo los dos primeros, tienen grandes momentos donde el sonido es incendiario. A su modo, Abraçaço porta cierta melancolía. Bueno, de algún modo se entiende: es el cierre, el adiós a ese tríptico. A su modo, cierto reposo después de cierta tormenta, de cierta electricidad reinante. Es la retirada lenta. Y elegante, siempre. No ya aquel fuego ardiente de y Zii e zie sino la calidez de unas ramas crepitando. Quero ser justo suena, por caso, así. Obvio que tiene sus momentos más bravos. Por caso, el comienzo con A bossa nova é foda, Funk melódico y Parabens. El cierre de Abraçaço -y por ende de la trilogía- es con Gayana (de Rogerio Duarte): casi una marcha elegíaca.

Con esta trilogía, el bahiano siguió honrando su tradición y costumbre de los últimos años: la de los discos en vivo. Cada uno de ellos tuvo su edición oficial de cada una de las presentaciones. Y la puesta visual y escénica de cada uno de esos shows -y de los shows de esa época y con esa banda- seguía los lineamientos y la propuesta minimalista de los discos: apenas una especie de parapente blanco sobre el escenario, por encima de los músicos, lámparas circulares o triangulares o cuadradas, unos pocos juegos de luces. No había estridencias ni desmesuras. Mejor dicho, corrían por otro lado.

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Siempre en movimiento, el sonido, la música.

El espíritu inquieto.

La afirmación erótica de sus canciones.

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¿Samba esquema novo?

Samba esquema noise.

¿De dónde venía y hacia dónde fue luego? Bueno, como antecedente principal de estos trabajos vale señalar el disco A foreing sound. Hay una no tan delgada línea que une a aquel trabajo con estos. Después -entre reediciones, vivos y colaboraciones- aparecen el disco junto a Gilberto, Ofertório (en vivo, 2018, junto a sus tres hijos, una propuesta bellísima), un trabajo a dúo junto a Ivan Sacerdote en 2020 para recién con Meu Coco (2021) volver a la rúbrica en soledad. Vale señalar que apenas antes de Abraçaço, Veloso produjo y compuso la totalidad de las canciones del Recanto (2011) de Gal Costa.

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Hace tiempo ya que Caetano no hace música. O mejor dicho, no hace sólo música. Sino que interviene en ella. En ese campo. Interviene, modifica la materia musical. En la materia sonora. Siempre que se presenta la oportunidad, vale decirlo y repetirlo. Por si hay algún desprevenido: Caetano se sienta en la mesa chica de la historia de la música popular de occidente del siglo XX y XXI. Y por momentos, puede ser el propio Caetano el que paga la cuenta de esa mesa. La propina, como es debido, corre por cuenta de los otros. El resto de los y las comensales quedan al debido criterio del lector y la lectora.

En el prólogo del libro compilatorio El mundo no es chato (Marea Editorial, 2015), escribe Eucanaâ Ferraz: “No obstante, lo que Caetano inventa para sí mismo como destino crítico es un modo de pensar el Brasil a través de la música, y en su punto más alto, la ambición de un proyecto para el país a través de la música”.

Y así él, hoy, como ayer, sigue danzando en días frenéticos.

 

 

1 – Ese texto se encuentra en el citado El mundo no es chato, edición local de una antología textual de Caetano, editada por Marea editorial 2015. La compilación reúne textos de todas las épocas y de un sinfín de temas: sus discos, reseñas, notas y escritos que acompañaron sus trabajos y los de otros; la historia de Brasil, el cine, su exilio, pasajes más experimentales, otros más íntimos. Caetano en estado puro.

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